Las comunidades ricas atraen a los económicamente pobres. Cataluña es buen ejemplo de ello y por eso el año pasado ha incrementado su población en un 3,7%. Mejor, la ha rejuvenecido, puesto que ese incremento se debe a nacimientos de hijos de extranjeros, en su mayoría.
Una buena noticia para una tierra que siempre ha dado cobijo a quien se lo ha pedido, y quienes se han visto beneficiado se lo han pagado, en este caso con sangre nueva. ¿Hay mejor recompensa?
Cataluña es tierra de oportunidades, pero no cayeron de cielo. Han tenido que currárselo y hoy es uno de los motores de esta parte de Europa. Uno de sus mejores valores es precisamente su multiculturalidad, su cosmopolitismo. No es, pues, gratuito, que sea una de las comunidades preferidas por quienes buscan saciar su necesidad.
Es la tercera región de España con mayor número de extranjeros censados (12,2%), por detrás de Valencia y Murcia; pero es la que más inmigrantes ha recibido, en términos absolutos, el año pasado: 68.000.
Los que allí emigran, son bien recibidos si trabajan. Y ellos lo pagan con hijos.
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Da que pensar...
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¿Por qué no se fomenta la natalidad cediendo vivienda y tierra en los pueblos abandonados?
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