miércoles, 18 de marzo de 2009

La crisis económica o la escasa evolución del pie


Uno de los aspectos más fascinantes de la historia de los errores es la pasmosa naturalidad con que se repiten, pese a la supuesta y progresiva mayor capacidad intelectual para acotarlos.
Un buen ejemplo lo tenemos en la actual crisis financiera y económica, cuyo principal desencadenante parece encontrarse en las hipotecas basura, gestadas sobre todo al calor de los bancos de inversiones norteamericanos, de cuyo peligro ya advirtió premonitoriamente Thomas Jefferson en 1802:

Pienso que las entidades bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que todos los ejércitos listos para el combate. Si el pueblo estadounidense permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos privados, y todas las entidades que florecerán en torno a ellos, privarán a los ciudadanos de lo que les pertenece, primero con la inflación y más tarde con la recesión, hasta que sus hijos se despierten, sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron. [Leído en Entre nómadas].

Si arrimamos el ascua a nuestra sardina, la evolución de la sordera desde entonces es equirable al necio deporte hispano de vivir agarrados a la ley del mínimo esfuerzo y, siempre que sea posible, a costa de los demás. Sólo así puede entenderse que gran parte de la economía del país se confiase al voluble sector de la construcción, pese a las advertencias que de antiguo ponían el dedo en la llaga. Para muestra, sirva este extracto del artículo ¿Cuál es la verdadera misión del capital?, publicado el 28 de febrero de 1858 en la Gaceta de los caminos de hierro:

En España se considera el capital bajo un punto de vista completamente distinto que en otras naciones. Aquí el capital es sinónimo de ahorro inmobiliario, destinado exclusivamente a producir un renta, que proporciona la opulencia o sirve de garantía contra la miseria; si alguna vez se expone es para correr los riesgos de la usura o los albures del juego, nunca para que se reproduzca por medio del progresivo y regular desarrollo de la industria. En España, el capital es instrumento de holganza; en otras parte es instrumento de trabajo. Esta es la misión que debe cumplir si se quiere que un país llegue al más alto grado de prosperidad.

Por lo visto, Jefferson y G. Hubbard, firmante del artículo extractado, escribían para las piedras, que, curiosamente, no tropiezan, sino que son tropezadas, de lo que podemos deducir la insuficiente evolución del pie humano para esquivarlas.
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Videomúsica de hoy: Los Sirex se hicieron populares en las navidades de 1965 gracias a La escoba, sobre una letra de Laredo a la que pusieron música y que les catapultó a la fama. Esta versión es de Los Tres Sudamericanos

2 comentarios:

Josito dijo...

Hubbard ya fue premonitorio en que el españolito medio lo que quiere es SER FUNCIONARIO y así tener trabajo asegurado toda la vida, lo desempeñe como lo desempeñe...

Guillermo Pardo dijo...

No conocía semejante premonición "hubberiana". Era un lince el tío.
Gracias por tu comentario. Saludos.