miércoles, 26 de agosto de 2009

Pequeñas revoluciones cotidianas

El Gobierno vasco parece decidido a erradicar la simbología etarra de las calles de su comunidad, medida sobre la que reflexiona June Fernández y de cuyo texto extraigo el siguiente párrafo:

Fundamentalistas llenos de odio van a existir siempre. La clave en mi opinión es lograr que sea la ciudadanía la que exija abiertamente y con contundencia vivir libre de apología del terrorismo. Que expresemos nuestra indignación con la misma naturalidad que cuando nos encontramos con una esvástica o con los carteles misóginos de Revolución Antifeminista que inundaron Bilbao reciéntemente. Que arrancar un cartel que nos ofende, poner un ETA NO en Facebook o expresar nuestras convicciones pacifistas y a favor de los derechos humanos cuando se trata de hablar del llamado conflicto vasco dejen de ser pequeñas revoluciones cotidianas. [+ Puntos suspensivos]

Estoy de acuerdo con June y también en que, como dice ella, es necesaria más pedagogía social y menos márketing político para que quienes sienten cada día el aliento de los asesinos tomen conciencia de que esa propaganda fascista no es intrínseca a su paisaje, ni mucho menos a su forma de entender la convivencia y la libertad.

2 comentarios:

matrioska_verde dijo...

la educación desde la infancia es la base de casi todo.

biquiños,

Guillermo Pardo dijo...

Cierto, Aldabra, pero en este caso hace falta algo más que educación. Hace falta valor para pasar página.
Biquiños.