Su seguridad depende de sí mismas, de su capacidad para guarecerse del chaparrón hasta que escampe, si viven lo suficiente para comprobarlo.
Ni la sociedad ni el sistema pueden protegerlas, ni siquiera pueden garantizarles la vida, un derecho natural y hasta constitucional que depende, en realidad, del grado de irritabilidad de quienes se creen sus dueños. Hasta los perros lo tienen más fácil.
El argumento en cuanto a su protección es falaz. No son ellas quienes tienen que estar protegidas, y, en consecuencia, privadas de libertad, sino ellos los que deben ser vigilados.
De una manera u otra, un maltratador no debería salir nunca de la cárcel, entre otros motivos porque no actúa inconscientemente. La ley no debería permitírselo. Esa sería la única garantía de libertad para esas cien mil mujeres que tienen que sobrevivir "protegidas" por un aparato.
Ellas son, en realidad, las verdaderas encarceladas.
5 comentarios:
Tiene que ser terrible vivir en esa situación. Comparto contigo la idea de que nuestras leyes no responden adecuadamente ante este drama.
Un abrazo.
Cierto, y se siguen poniendo parches, como si la libertad y la vida en armonía fuesen gracias que se otorgan y no derechos debidos. Apertas.
Completamente de acuerdo, Migra. Es a ellos a quienes hay que controlar. Y bueno, luego está el empeño de la prensa en culpabilizarlas: que si había retirado la denuncia, que si se había saltado la orden de alejamiento... Todavía falta mucho respeto por las víctimas de la violencia machista.
Sí, a ellos, a ellos. De lo contrario es robar la vida y la libertad DOS veces.
Es tan obvio.
Cuando nacieron las casas de acogida para mujeres maltratadas siempre me preguntaba lo mismo ¿por qué son ellas las que tienen que abandonar su entorno y recluirse con sus hijos si son ellos a los que hay que alejar?
Ésto parece que no tiene fin.
bicos,
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