domingo, 14 de octubre de 2007

Mi primer negro

Tendría yo unos mocosos diez años cuando vi el primer negro de mi vida. Fue impactante.
Yo crecía en un entorno, la Galicia de los años sesenta y setenta, en que lo más negro que uno podía ver eran el luto, el carbón y la noche. Yo, sin embargo, había visto a un negro, pero no sabía lo que era un negro. Eso me desconcertaba, me mantenía asombrado y boquiabierto cada vez que pasaba frente a ellos.
Mi escuela estaba a unos cuantos kilómetros de casa y para llegar a ella tenía que pasar, forzosamente, por delante de la refinería de A Coruña. La primera vez que los vi me detuve en seco y los miré, atontado. Lo recuerdo muy bien, como también sus cascos blancos y sus buzos de color azul y como de ellos sobresalían unas manos y unas caras trazadas en betún sobre el horizonte, así como unas dentaduras que parecían bailar en el aire.
Desde ese día, y durante mucho tiempo, recorrí los aproximadamente cincuenta metros de fachada de la refinería con la cabeza girada a la izquierda, igual que un soldado durante un desfile, para ver aquel espectáculo en negro sobre fondo azul.
Alguien me dijo luego que aquellos hombres eran ingenieros norteamericanos que supervisaban la puesta en marcha de la refinadora de petróleos.
A partir de entonces creía que todos los negros eran ingenieros norteamericanos. Todavía hoy me gustaría que fuese así.

15 comentarios:

Desesperada dijo...

yo no recuerdo la primera vez que vi un negro, fíjate. recuerdo que en el instituto una de mis compañeras tenía un novio negro y a mucha gente le llamaba la atención, así que deduzco que no era lo normal, aunque a mí ya me lo parecía! pero sí, ojalá fuesen todos ingenieros para que nos pareciese cojonudo que desembarcasen aquí.,

Fran Invernoz dijo...

yo tampoco recuerdo la primera vez que ví un negro, ya que de niño vivía en Buenos Aires y era frecuente la llegada de brasileños o de músicos de jazz negros que procedían de Estados Unidos o del Caribe. En vez de ingenieros norteamericanos, a los negros los asociaba con el jazz.

M. dijo...

De negros no recuerdo nada, pero sí de Dios. Y no sé porqué me viene a la cabeza, pero ahí va. Era pequeño y veía una película del Oeste. Se peleaban dos vaqueros con una pistola de por medio. Tenían el cañón apuntado al cielo, y de pronto alguien apretó el gatillo y sonó un disparo. Se quedaron los dos paralizados, mirándose a los ojos. Yo ahora supongo que había sido la última bala, pero entonces pensé que habían asesinado a Dios.

Bien mirado, no tiene nada que ver con lo que cuentas, Migramundo, pero uno empieza a soltar hilo y mira...

Un abrazo.

JLuis dijo...

Preciosa entrada Guillermo. Un abrazo.

entrenomadas dijo...

Guillermo,
creo que ayer deje un comentario. No sé si se ha borrado o hay algo en el que no te gusto. Si es lo último disculpa.



SWs, besos en galés

Anónimo dijo...

Yo vi mi primer negro en un autobús. Llevaba corbata. Iba a la defensiva. Yo no pude quitarle ojo de encima, asombrado. Y lo comenté con mis padres al llegar a casa.

Makiavelo dijo...

Creo que el primer negro que ví en mi vida fue el cantante Antonio Machin, y bien que cantaba, os dejo un link por si quereis verlo y escucharlo

http://www.youtube.com/watch?v=j8hG3uqO8sY

Guillermo Pardo dijo...

Gracias por aportar vuestros recuerdos sobre vuestros primeros negros. El de m. es especialmente curioso.
Marta: Debió de haber un error porque no he leído ningún mensaje tuyo en este post. Me gustaría, como siempre. Kissiños (en galinglish)

Anónimo dijo...

Mi primer negro en cuanto me vio asomar la cabeza tiró fuerte de mí y me dio una cariñosa chaparreta. Curiosamente yo era su primera experiencia en una sala de partos.

entrenomadas dijo...

Bueno, lo intento otra vez pero como se borre...
En Zaragoza ha habido siempre una base norteamericana. Mis padres eran amigos de una mujer brasileña que trabajaba allí. Un día oí una conversación que me dejó turbada. Resulta que según mi madre los negros, (mis primeros negros)que trabajaban en la base y con los que nos íbamos a comer al campo, eran rojos, muy rojos. Es decir, que eran negros y rojos. No sabes el lío que me hacía yo con estos comentarios.
En fin, que los amigos de mis padres eran muy majetes y de allí lo de rojos. Pero en el lenguaje adulto faltan códigos para los más pequeños.
Así que mi primer negro era rojo.
Toma ya!!!

Anónimo dijo...

Me ha encantado su relato, estimado Jabois. No me extraña la experiencia de Guillermo Pardo porque me ocurrió lo mismo cuando tenía 8 años. La primera vez que vi en persona a un negro me acojoné. Estaba solo, fue en Madrid, de noche, y en una calle poco iluminada. Imagínese el soponcio. Hasta entonces, los negros que yo tenía en la cabeza eran casi todos los que salían en las películas. Los había para todos los gustos: malos, como los que se querían comer a Jane en la olla, la novia de Tarzán, o los de King Kong; inocentes, como el de La Cabaña del Tío Tom o el que encarnó el papel del negro enjuiciado en Matar a un ruiseñor (creo que se llamaba Brock Peters), y buenos como Sydney Poitier en Rebelión en las aulas o el magnífico Woody Strode, protagonista de El sargento negro, de John Ford, y el que hizo el excelente papel de Draba en Espartaco. También había otros como el de la canción del Colacao, que cada vez que la escuchaba en la radio me producía el efecto Paulov o el negrito de las huchas del domund que me enternecía tanto que aflojaba parte de la paga del domingo para que no pasaran hambre en Africa. Hoy, como siempre, hay negros de primera y negros de segunda aunque E´too diga que trabaja como un negro para vivir como un blanco. Y si no que se lo pregunten a los de las pateras. Como también hay blancos de primera y blancos de segunda. Yo mismo trabajo como un negro para vivir como un negro. No hago más que hacer de negro escribiendo para otros, como usted. Otros también trabajan como negros para pagar la hipoteca durante el resto de su vida. Le diré que hacer de negro en esto de la pluma viene ya de muy lejos. El culpable fue Alejandro Dumas. El hombre, de origen negro al menos por parte de madre, no hizo más que parir hojas y hojas. Fue un negro conocido y reconocido que amasó una considerable fortuna pero el dinero se le escapaba de las manos como el agua en una cesta, igualito que a Solbes con los presupuestos. Contrataba a escritores menos famosos que él y firmaba sus trabajos con su nombre. De ahí la frase ya archiconocida de "hacer de negro" que tanto se estila en su oficio. Yo lo que quiero es cobrar en negro, pero no puedo. Sólo me pagan en blanco y poco como a los mileuristas. Estoy por pedirle al jefe de la oposición de su ayuntamiento que me contrate en su empresa a ver si me pagan de una puñetera vez en negro. No sabe como lo deseo.

Saludos, E.

Anónimo dijo...

Este es el comentario que he escrito en el blog de Manuel Jabois. Perdone el despiste. Tenía una entradilla parecida pero se la "comieron" los duendes.

Saludos, E.

June Fernández dijo...

Ojalá, sí. Pues yo no recuerdo a mi primer negro, supongo que en Bilbao ha habido desde que era niña. Bonito recuerdo.

Guillermo Pardo dijo...

Las aportaciones de Entrenómadas y de Erasmo son curiosas, en el primer caso, e ingeniosa en el segundo. Negros y rojos al mismo tiempo es una combinación... ¿anarquista? jajaja. El relato de Erasmoous ya merece por sí solo un post por la gracia y la brillantez con que está escrito. Es una pena que no haya dejado su dirección para ojear su bitácora. En cualquier caso, gracias y saludos para todos.

Anónimo dijo...

Yo soy de Ferrol cerca de la coruña, la primera vez que vi a un negro quede impresionada me parecio muy extraño y raro pero poco a poco empece a superarlo cuando una amiga mia tenia como novio a uno, era un chico de guinea ecuatorial llamado Wenceslao, era una persona de mente abierta y siempre estaba con nosotras hasta que un dia paso lo que paso.