sábado, 6 de marzo de 2010

Los hambrientos solitarios no acabarán con las dictaduras

El sacrificio de Orlando Zapata ha desatado una insospechada querencia por la huelga de hambre como método de presión contra las dictaduras, con la esperanza de que se ablanden y cedan al "chantaje de los delincuentes financiados por el imperialismo", expresión propia de las arengas propagandísticas.
Hay que reconocer que el martirio de Zapata ha logrado prender algunas mechas, pero ojalá los dictadores cediesen tan fácilmente como el cuerpo humano cede a la inanición, porque entonces sería muy fácil acabar con el yugo político que somete a las personas. No creo que las huelgas de hambre individuales sirvan para el encomiable fin con que se inician. Más bien, al contrario.
Los dictadores se alimentan de la debilidad de los sometidos, pero también de la de los que ellos llaman "rebeldes" -los huelguistas están dentro de esa categoría-, a quienes utilizan como excusa para alimentar su discurso ideológicamente perverso y reforzar sus filas propagandísticas y quintacolumnistas.
Da igual que hablemos de Cuba, de Corea, de China, de Birmania, del Congo o de Libia. El objetivo del discurso del sátrapa es el mismo y tiene idéntico objetivo: perpetuarse en el poder y utilizar las "injerencias" externas para echar sobre espaldas ajenas la responsabilidad de sus crímenes, de los que son perfectamente conscientes.
El muro de Berlín no fue derribado por hambrientos solitarios que desde una esquina reclamaban libertad, justicia o respeto, sino por su propia inercia, corroída por años de podredumbre moral, y por la presión constante y sigilosamente colectiva de individuos que sabotearon los cimientos del régimen hasta socavarlos.

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2 comentarios:

Runaway dijo...

Bueno, y la que se ha liado con las declaraciones de un actor, que aunque yo no las comparta en su totalidad (al fín y al cabo dijo la verdad sobre la delincuencia de Zapata) y me dejaron un tanto desconcertado, no me queda más que solidarizarme con él y defenderlo ante el ataque tan brutal que le ha hecho los tanques y voceros mediáticos del fascismo patrio.
Si hubiera muerto Juana Chaos en la huelga de hambre otro gallo hubiera cantado y escrito en esos medios.
Me pasa igual que Chavez, el presidente de Venezuela. Tengo sentimientos encontrados: Sí y No. Cada vez que oigo o leo las críticas hacia él de esos medios y de esos voceros lo veo más como una víctima que como un verdugo. Por cierto: los mismos que le critican y le odian tan visceralmente son los que tanto admiran y hacen loas a Berlusconi, que es muchísimo peor. ¿Por qué entonces critican tanto a uno y cuando lo hace el otro lo alaban y lo pone en un altar?

Guillermo Pardo dijo...

Creo, como tú, que se ha cometido un exceso con Willy Toledo, que, como él mismo reconoció posteriormente, se ha equivocado. En cuanto a lo demás, lo has sintetizado muy bien. Un saludo y gracias por la visita y el comentario.