Las cifras han tomado el relevo de los sentimientos en las nubladas mentes de los codiciosos.
Para ellos, nada tiene ya sentido si no lleva un número que lo identifique. Importa conocerlo para experimentar el horror, cifrar el holocausto para convertirlo en noticia, pues no es lo mismo la deuda alemana que la deuda griega, como tampoco son lo mismo mil muertos en España que mil muertos en China.
Sin cifras no se forman opiniones ni se remueven conciencias, aunque a muchas conciencias sólo es capaz de removerlas en color del dinero, más vil cuanto menos se tiene.
La vida pende de una cuenta bancaria, puesto que ni siquiera el salario es ya una bolsa de sal, sino el precio de la hipoteca que nos han colgado cual cristiana cruz.
Porcentaje, dividendo, interés, ratio, mercado o beneficio no son sólo palabras, sino también religiones con acólitos más fieles que sociedad, persona, comprensión, solidaridad, compromiso o empatía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario