Los disturbios que desde el sábado se extienden como la pólvora por Inglaterra no tienen una causa única ni es simple su análisis.
Una cosa parece segura: no es una respuesta a una acción racista, como se afirmó desde el principio, tras la muerte de un negro por disparos de la policía. Hay una intencionalidad delictiva en un asunto que las autoridades creen que ahora mismo solo puede resolverse con represión. Y en ello están.
Pero, ¿por qué se ha llegado a esta previsible situación?
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