Los juicios comienzan en la vista y los prejuicios... también. Tenemos un concepto visual del mundo y por eso gran parte de la información que recibimos nos llega mediante tecnología audiovisual. Es decir, vemos, en gran medida, lo que quienes las manejan quieren que veamos.
Durante el desfile del cortejo nupcial de Carlos de Inglaterra y Diana Spencer por las calles de Londres, millones de personas que lo siguieron por televisión pudieron ver que los caballos que tiraban de las carrozas expulsaban excrementos dorados, consecuencia de un pigmento que se les había administrado con la comida, con lo que se pretendía fijar en la mente colectiva que si la caballería de su majestad evacuaba boñigas bañadas en "oro", sus reales jinetes no podían ser menos.
Manipulaciones semejantes se hacen habitualmente, y con mayor motivo, cuando de personas se trata, de tal manera que lo preconcebido se convierte en certeza antes de que se produzca. La cuestión es que lo diferente parezca sospechoso, pilar sobre el que se asientan los fundamentos del racismo y la xenofobia, para no tener que justificar nuestro miedo a lo desconocido.
Millones de personas sufren las consecuencias de semejante injusticia a manos de otros que creen tener derechos superiores por lucir, pongamos por caso, un color de piel distinto. No importan las credenciales personales ni las virtudes humanas para que, según donde estés y si eres negro, blanco, amarillo o marrón, te miren con odio, desprecio o malsana curiosidad.
Pero mira por donde, el país más poderoso de la Tierra tiene entre sus ciudadanos a algunos de los más brillantes talentos del planeta cuya piel no es igual a la de aquellos que un día lo fundaron y sentaron las bases jurídicas, sociales, religiosas y morales de lo que hoy conocemos por Estados Unidos de América, en algunos de cuyos estados te podían linchar, sin que se hiciese justicia, sólo por ser negro.
Estados Unidos es un gran país en muchas cosas. Entre ellas, sin duda, el haber sabido aprovechar el talento oculto detrás de una piel distinta.
[Informe de la Universidad de Berkeley]
[Informe de la Asociación de Capital Riesgo]
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Da que pensar...
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Cuatro de cada diez empresas de nuevas tecnologías estadounidenses fueron creadas por inmigrantes
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Durante el desfile del cortejo nupcial de Carlos de Inglaterra y Diana Spencer por las calles de Londres, millones de personas que lo siguieron por televisión pudieron ver que los caballos que tiraban de las carrozas expulsaban excrementos dorados, consecuencia de un pigmento que se les había administrado con la comida, con lo que se pretendía fijar en la mente colectiva que si la caballería de su majestad evacuaba boñigas bañadas en "oro", sus reales jinetes no podían ser menos.
Manipulaciones semejantes se hacen habitualmente, y con mayor motivo, cuando de personas se trata, de tal manera que lo preconcebido se convierte en certeza antes de que se produzca. La cuestión es que lo diferente parezca sospechoso, pilar sobre el que se asientan los fundamentos del racismo y la xenofobia, para no tener que justificar nuestro miedo a lo desconocido.
Millones de personas sufren las consecuencias de semejante injusticia a manos de otros que creen tener derechos superiores por lucir, pongamos por caso, un color de piel distinto. No importan las credenciales personales ni las virtudes humanas para que, según donde estés y si eres negro, blanco, amarillo o marrón, te miren con odio, desprecio o malsana curiosidad.
Pero mira por donde, el país más poderoso de la Tierra tiene entre sus ciudadanos a algunos de los más brillantes talentos del planeta cuya piel no es igual a la de aquellos que un día lo fundaron y sentaron las bases jurídicas, sociales, religiosas y morales de lo que hoy conocemos por Estados Unidos de América, en algunos de cuyos estados te podían linchar, sin que se hiciese justicia, sólo por ser negro.
Estados Unidos es un gran país en muchas cosas. Entre ellas, sin duda, el haber sabido aprovechar el talento oculto detrás de una piel distinta.
[Informe de la Universidad de Berkeley]
[Informe de la Asociación de Capital Riesgo]
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Da que pensar...
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Cuatro de cada diez empresas de nuevas tecnologías estadounidenses fueron creadas por inmigrantes
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