1.200 euros

Los soldados norteamericanos destinados en Irak son mileuristas, como cualquier joven de aquí, pero con licencia para matar.
Cobran 1.200 euros mensuales de la patria y por la patria, por pasar a mejor vida al enemigo y, de paso, por defenderse de él. ¡Triste salario de mierda tristemente ganado!
Cobran 1.200 euros por volver a casa con los pies por delante o, en el mejor de los casos, por regresar incompletos, que es la peor forma de regresar porque siempre llevarán consigo un vacío que les recordará de por vida el alto precio que tuvieron que pagar por tan miserable pecunio.
Cobran 1.200 euros por dormir unas cuantas horas diarias en camastros de lona, hacer sus necesidades en un bidón y orinar en un tubo, no por un tubo, que sería lo deseable.
Cobran 1.200 euros por ducharse una vez a la semana, en su día de descanso, por comer mala comida prefabricada o raciones de combate, irónico eufemismo que para somalíes y demás hambrientos sonaría a pantagruélico festín si tuviesen acceso diario a él.
Cobran 1.200 euros durante quince meses con apenas quince magros días de vacaciones, como si se pudiese vacacionar después de que la metralla te dejase ciego o de pasar a cuchillo a familias enteras.
Cobran 1.200 euros para que los maten rápido, incluso para que los asesinen sus propios compañeros y no tener así que volver a casa para que sus padres y sus hijos los vean derrotados en su invalidez.
Lo más irónico de todo es que, además de 1.200 euros, les dan de beber refrescos marca Rip. ¿Estaré soñando?

[Crónicas de David Beriain desde Irak para La Voz de Galicia]
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Da que pensar...
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¿Cuándo los soldados taparán los cañones de sus rifles con claveles como los portugueses en la Revolución del 25 de Abril?
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