martes, 8 de mayo de 2007

¿Somos demasiados?

Una consulta realizada en Madrid señala que el 67% de los encuestados creen que "hay demasiados extranjeros", mientras el 44% dice que sólo se deberían admitir más cuando no haya españoles para cubrir determinados puestos de trabajo. Solidaridad mal entendida.
Las cifras se contradicen muchas veces porque la realidad se empeña en demostrar otra cosa, como que países que en su momento criticaron a España por la regularización de casi un millón de personas en situación ilegal ahora se plantean abrir la mano para solucionar una situación que sin mano de obra no pueden arreglar. Y la quieren barata, claro.
Todos queremos que se respeten nuestros derechos, y cuando digo "nuestros" incluyo también a quienes se los negamos por el simple hecho de carecer de un documento que acredite su procedencia. Es la perversión del discurso políticamente correcto, en detrimento de la acción humanamente adecuada.
El movimiento inmigratorio es, sin embargo, imparable, y lo es porque se han cometido auténticas tropelías mediante un abuso del poder que ha traído consigo hambrunas y urgencias que, como el estrés en el cuerpo, buscan vías de escape que oxigenen la presión a que se ha sometido a quienes las padecen.
Ni somos demasiados ni se podrá detener al menesteroso a cañonazos. Los poderosos océanos, de momento, no lo han conseguido, pero sí puede lograrlo un reparto más equitativo de las riquezas (el agua, el trigo, el empleo, el dinero, la formación...), que harán posible una nueva distribución demográfica mundial que impida imágenes como esta.

3 comentarios:

[La Otra Agenda] dijo...

Yo añadiría un apunte: el de la propia encuesta, ofreciendo como opción la de admitir o no inmigrantes según la situación de nuestro propio mercado laboral.
Es el punto de vista equivocado, habitual, etnocéntrico. Las migraciones, aquí y ahora, no dependen de nuestra situación sino de la de ellos.

Guillermo Pardo dijo...

En efecto, David. Ese discurso forma parte de lo políticamente correcto que utilizan los políticos para evitar confrontaciones que mermen sus posibilidades electorales, pero llega a la calle y muchos lo hacen suyo sin reparar en más. Saludos.

Fran Invernoz dijo...

Coincido con los dos comentarios anteriores, parar la inmigración es como querer detener las corrientes marinas o la salida del sol o de la luna. Casi diría que es la inmigración se ha convertido en un movimiento de la naturaleza.