El título de este post no está relacionado con el cambio de divisas, aunque lo parezca, pues ni noruegos ni congoleños lo son.
Significa que la renta de cada noruego equivale a la de 500 congoleños, 491 para ser más exactos, del mismo modo que un suizo gana lo que 436 etíopes, según datos oficiales dados a conocer recientemente en Madrid en unas jornadas sobre justicia e inmigración.
Vistas así las cosas y a tenor de los números, dichas jornadas deberían haber versado sobre injusticia e inmigración porque harían más honor a la verdad. Lo curioso del caso es que no consta que se hiciera el mismo ejercicio matemático acerca de lo que gana de promedio un español con respecto a un costamarfileño, por ejemplo.
En ese encuentro participó también el ministro de Justicia, quien dijo que es un error confundir delincuencia con inmigración y que se han disparado las demandas de nacionalidad, síntoma, digo yo, de que cala el interés mutuo por convivir.
El interés de ellos es evidente no sólo porque demandan identificación oficial con España, cuyo IPC ayudan a contener, según el gobernador del banco central español, sino porque aumentan día a día los inmigrantes emprendedores como fórmula para asentarse, escapar de los salarios bajos y colocarse en el mercado laboral, que no en el criminal, como algunos insisten en hacernos creer.
Según un estudio de La Caixa, cerca de un cuarto de millón de extranjeros residentes en España, casi el 14% del total, son trabajadores por cuenta propia que han revitalizado el comercio en los barrios mediante la creación de cinco tipos de empresas: de orientación étnica, de servicios para extranjeros, de contacto con el país de origen, de explotación de productos exóticos y empresas generalistas.
Como puede apreciarse, un gran peligro social que debemos incentivar.
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