Esta noche ya no dormiré tranquilo, ni siquiera sé si podré dormir, porque ETA ha vuelto a ponerme la pistola en la sien.
Cuando ya me había acostumbrado a salir de casa sin mirar a todas partes antes de echarme a andar, cuando ya ni siquiera miraba debajo del coche, cuando ya consideraba normal ver a los niños jugando, despreocupados, en el parque, cuando ya los paquetes habían dejado de parecerme bultos sospechosos aparece ETA y me pone de nuevo la pistola en sien.
Los terroristas vascos llevan más de medio siglo erigiéndose en libertadores de un pueblo que nunca les pidió que lo liberase (véanse los resultados electorales desde 1977) y al que ellos pretenden liberar a fuerza de bombas, como el pelotón de soldados de Spengler liberaría a la civilización a última hora, máxima que el falangista José Antonio Primo de Rivera convirtió en ideal político.
Estos individuos se han quedado trasnochados. Creen que aún estamos en guerra civil y que los Zapatero de turno son dictadores aupados al poder a fuerza de pólvora electoral cebada por millones de esclavos orwellianos sometidos involuntariamente al capricho dictatorial de las urnas. Tan trasnochados se han quedado que son los últimos _irónico romanticismo_, los dejados de la mano de sus hermanos irlandeses, herederos de una historia cuya lucha podría comprenderse pero que ya, como en España, se ha quedado sin argumentos.
Los terroristas vuelven a ponerme la pistola en la sien porque no quieren dejarme vivir en paz, libremente, sin amenazas. Vuelven a ponerme la pistola en la sien porque se creen con derecho a anexionarse voluntades como si fuesen territorios, a matar discriminada e indiscriminadamente y luego pasearse por la calle orgullosos de haber apretado el gatillo. Por eso dicen, en su último comunicado, lo siguiente: "El Gobierno español ha respondido al alto el fuego permanente ofrecido por ETA con detenciones, tortura y todo tipo de acoso". En otras palabras, si no queremos sentirnos amenazados, dejemos libres a los asesinos e impunes sus odiosos crímenes.
Pero si ellos no están dispuestos a dejar las armas y a olvidar, yo tampoco. Porque los perseguiré con mi voto allá donde vayan y se muestren con el disfraz político que se muestren, porque los combatiré con la palabra y lucharé por ella para que me sea garantizada, porque me encontrarán siempre enfrente y dispuesto a dispararles mi libertad con la misma contundencia e impiedad con que ellos disparan sus pistolas.
Pero tampoco olvido el papelón del Partido Popular (PP) desde que perdió el poder en mayo del 2004, y especialmente desde que ETA anunció, en marzo pasado, su particular alto el fuego, particular porque incluyó atentado, en Barajas, con víctimas mortales. Desde entonces, ese partido no ha dejado de hostigar a la sociedad con su particular inquina contra cualquier proceso negociador que no sea el suyo, un proceso que hasta el rey entendió y animó, seguramente porque a él tampoco le gusta intuir la pistola en la sien de los suyos.
No olvido porque esas gentes del PP se creen los dueños del solar, con derecho exclusivo para determinar su futuro y de quienes en él vivimos. Por eso han hecho y dicho lo que todos hemos visto y escuchado, y en buena parte por eso vuelvo a sentirme amenazado por esos otros que, como ellos, también se creen dueños del solar.
Delirante comunicado de fin de tregua de ETA
2 comentarios:
Este comentario hace pensar, me hace pensar que mi familia, mis amigos, mis allegados, mis conocidos, yo mismo, estoy amenazado con una pistola en la sien como el autor del post. Si las dictaduras constituyen el peor de los males para cualquier sociedad; es evidente que para los amantes de la democracia, para los abogados de la tolerancia y la convivencia pacífica, el terrorismo es la peor de las dictaduras. La lucha de un demócrata es digna porque busca imponer con la razón y el entendimiento. La lucha armada, por el contrario, es retrógada, es una vuelta a los tiempos bíblicos de Caín, a la fuerza del garrote y de las piedras para imponer por la fuerza la razón de las bestias. La lucha armada nunca es la solución, porque, como dijo John Kennedy, la violencia engendra violencia.
No se puede decir más y mejor de lo que lo has dicho, Martín. Saludos y gracias por tu visita.
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