El de Marko Vuoriheimo es otro de esos casos de superación personal que tanto fascinan y que ahora nos llega a tenor de la preparación de su segundo disco, él que nunca ha escuchado una nota musical. ¿No es asombroso, aunque no sea el primer caso, que haya músicos que nunca han escuchado sonidos musicales?
Si nos atenemos a eso es muy posible que Marko no sepa cómo suena una vocal ni, mucho menos, que tenga una imagen mental de ellas en el sentido en que podemos tenerla los oyentes.
Para mí, por ejemplo, la "i" es la más alegre de las vocales y hace que su plana compañera "a" cobre vida en palabras tan sonoras como "bailarina". ¿Sonaría igual de viva y musical si no tuviese íes en su morfología? Probemos: balarana, baeleruna, balurena...
La "e", sin embargo, tiene para mí un efecto adormecedor. Es una letra fría, triste, necesitada de un boca a boca urgente, como en "pereza", "féretro" o "belleza". Mi impresión es que la asociación con la "a" la hace más mortecina todavía, absorbida por aquélla.
Con la "u" sucede lo contrario. Es poderosa ("muro"), aporta sensación de volumen ("multitud") y hasta puede decirse de ella que contiene olores, como en "fruta" y "futuro". Si compañera "a" es lisa como en "playa" y diáfana como en "clara", todo lo contrario de lo que ocurre con la redonda, oscura y temible "o", la vocal de la negación, el temor y el miedo.
Me pregunto de qué modo percibirá las vocales una persona con los sentidos limitados como Marko.
4 comentarios:
Asombroso. Me cuesta comprender cómo puede hacerlo. Seguramente, a través de la lectura podrá entender la música como un lenguaje de signos.
Y encima, es bueno. Me ha gustado hasta a mí, que no me entusiasma el rap precisamente.
Un saludo.
No sé cómo lo hará, pero sí es asombroso. Saludos.
Pues no puedo ver el vídeo con mi este asco de conexión gratuita que tengo temporalmente. Pero he disfrutado muchísimo tu deleite con las vocales. Me ha recordado a un libro de Juan José Millás cuyo nombre no recuerdo, sobre un mundo imaginario en el que las palabras empiezan a desaparecer, y con ellas los objetos que las describen. O ese otro personaje de Quim Monzó que se come literlamente las letras de los periódicos. En fin, que la lengua es una maravilla. Y el lenguaje de signos seguro que esconde un montón de secretos que ni imaginamos.
Me encanta este texto por original. Pensar en lo que te sugieren las letras es divertido. Es como decir eso de: ¿A qué te huelen las nubes? ¿A qué sabe una tarde de verano?... Son cosas que no son tangibles pero que provocan sensaciones interesantes.
Bicos,
Publicar un comentario