Las personas primero, por favor

Hace unos días fui testigo involuntario de una conversación en la que varias personas hablaban sobre el maltrato hacia la mujer, con especial incidencia sobre la inmigrante.
Alguien comentó que a las extranjeras (así, en bruto) les está bien empleado lo que reciben de sus maltratadores por aquello de la cultura, la religión y bla, bla, bla. No matizó. Ni siquiera hizo salvedades en cuanto al tipo de maltrato y sus consecuencias. Es decir, que tanto da una bofetada como una cuchillada o un asesinato. Los demás, mujeres incluidas, asintieron. Sólo un chavalito les llevó la contraria con argumentos lógicos y contundentes: si se admite el maltrato por razones de color, educación, situación social, etc., por idéntica lógica deberían admitirse los ataques de cualquer índole a las clases sociales distintas a las propias.
Es asombroso las burradas que se pueden decir en una bocanada de aire e indignante la indiferencia con que algunos tratan a sus semejantes, sean quienes sean y procedan de donde procedan.
Las personas, con sus virtudes y circunstancias, deberían encabezar la pirámide del respeto, y sólo después de asegurados sus derechos y su inviolabilidad como individuos, se debe proceder del modo que legalmente corresponda con o contra la vulneración de sus obligaciones como ciudadanos.
Viene esto a cuento de la petición que Andalucía Acoge ha formulado al Gobierno para que la condición de victima prevalezca sobre la de inmigrante, algo que debería ser absolutamente normal pero que no lo es. ¿La razón?
La explica la organización en este enlace de Canal Solidario.