Hubo un tiempo en que los protagonistas de los cuentos eran seres fantásticos que contribuían a crear mundos paralelos en las mentes infantiles y fomentaban, ya desde temprana edad, la división del mundo entre buenos y malos. Establecían la diferencia entre el bien y el mal.
Este anuncio cambia la fantasía por otra (¿hipotética?) realidad en la que los malos, forzosamente, somos los creadores de aquellos imaginarios y los transmisores de aquellas ideologías.
Situémonos ahora en la órbita del relato. ¿Cómo es posible que conociendo las catastróficas consecuencias sigamos escribiendo un "cuento" con tan inquietantes argumentos? Si lo que dice la historia que escucha la niña es verdad, ¿podremos cambiar el final? Si los adultos tenemos cargo de conciencia por nuestra tendencia a hacer ver como ficción lo que es realidad, ¿serán capaces los niños de conciliar el sueño?
2 comentarios:
Seremos capaces de despertar de la pesadilla, Guillermo?
Un abrzo
Aunque suene a tópico, creo que mientras hay vida hay posibilidades de evitar lo indeseable. Saludos.
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