Cuando se cumple un aniversario más de la caída del muro de Berlín, la presión ambiental sobre ese suceso histórico es de tal magnitud desde hace varios días que se puede llegar a tener la impresión de que ocurrió ayer y de que no ha habido, no hay ni habrá más muros en el mundo que aquel.
No cabe duda de que ese acontecimiento marcó un hito en las relaciones entre eso que se llamó "las dos Europas", como si fuesen en realidad dos y no una políticamente separada por intereses que ahora no vienen a cuento; pero de ahí a darle veinte años después a ese hecho la trascendencia que tuvo entonces, media un abismo. Parece como si se quisiera que no nos enterásemos de que hay otros muros, hasta ahora no derribados y considerados inderribables, de los que ocuparse.
Podríamos hablar de las barreras que se han construido para separar México de Estados Unidos, o de la que Marruecos levantó en el Sáhara, o de la que separa las Coreas, las de Ceuta y Melilla o incluso, por qué no, las que mantienen la división entre la India y Bangladesh o entre Botswana y Zimbawe. Muros hay "unha man chea", que decimos en Galicia, sobre los que hablar y de los que nunca o muy poco se habla. Es como mentar a los muertos (Berlín) para dejar en paz a los vivos (el resto).
Pero hay muchos más. Hay muros que, aún reconociéndolos imaginaria y psicológicamente, no los identificamos con la precisión con que se identifican esos otros de cemento, ladrillo o alambre. Quizá porque están construidos con materiales mucho más duros y resistentes que convierten su morfología en algo más vago, impreciso e irrepresentable desde el punto de vista físico.
Vagos son los muros que separan el Norte del Sur, los países ricos de los pobres, los muros de la intolerancia y la intransigencia, los de la corrupción, la ambición y la codicia; el muro que separa salarios que llevan nombres masculinos de los que los tienen femeninos, el muro del maltrato, el de la violación de derechos y de la explotación de hombres, mujeres y niños...
¿Cuántos de esos mundos ha derribado la humanidad? ¿Cuántos de ellos han pasado a la historia para que los medios de comunicación, ya que no los libros, nos los enseñen y recuerden? ¿Qué porcentaje de producto interior bruto -y es sólo un ejemplo- dedican las naciones a erradicar la explotación de menores en las minas africanas de coltan y de diamantes? ¿Qué rescate estaríamos dispuestos a pagar por arrancar del muro de la prostitución a millones de mujeres en todo el mundo?
Me temo que la mayoría de nosotros, la masa tan mal informada como socialmente bien acomodada, no tenemos íntimamente catalogadas estas humillaciones como muros, sino como lamentaciones. Y están tan arraigadas, que ya forman parte de nuestro bagaje moral.
6 comentarios:
Totalmente de acuerdo contigo. En cuanto al Muro de Berlín, todo son conmemoraciones por el vigésimo aniversario de su demolición.
¿Pero que pasa con los otros muros?. ¿Que pasa con el Muro de Cisjordania?. ¿Que pasa con el muro del Sahara, que pasa con las alambradas de Ceuta y Melilla?.
Hablar de estos debe ser politamente incorrecto. Por ello solo podemos opinar de lo que nos dicen los de arriba.
Para que hablar de los muros de la incomprensión, del los muros de los salarios. Estos no son vendibles, estos no interesa para los medios de información, no venden, no hay gobierno que haga una fiesta por que haya desaparecido el muro de las diferencias entre hombres y mujeres.
Tamposo se celebran grandes fastos porque un gobierno intente que el muro que separa el primer mundo del Tercer o Cuarto Mundo no se vaya haciendo cada vez más.
Esto no vende, esto no es noticia.
Saludos.
José Mª
Suscribo lo que comentas. A mi también me ha sorprendido esta matraca y el rosario de "mensajes" --bien disfrazados, hay que reconocerlo-- que contiene. Que Walesa sea uno de los principales protagonistas del acto celebrado hoy en Berlín es sintomático...
Una vez más, MIGRAMUNDO nos ofrece un punto de vista realmente enriquecedor. Tomo nota: lucharemos para derribar los muros que tenemos hoy ante nosotros.
Vengo del blog de Félix (Im-pulso) que me remite aquí para ver completo el tema, y así es, está muy bien desarrollado todo lo concerniente a los distintos muros.
Es todo tan contradictorio, celebrar la caída del muro de Berlín como si fuera el único que faltaba por derribar y no hubiera ninguno más, cuando la realidad es que hay tantos otros muros que se han ido levantando... Y otros que será difícil, casi imposible, que no existan, esos que como dices, no llevan ladrillos...
Ya lo expones desde los distintos puntos de vistas posible, sin dejar nada en el tintero.
Un abrazo
Amparo
Alto y claro.
bicos,
No digo que el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín no sea vanal, pero tanto como organizar tremendos fastos me parece exagerado. Como casi siempre, los dirigentes occidentales siguen mirándose el ombligo en lugar de observar el mundo desde una actitud crítica con sus propias acciones (o no acciones).
Mientras tanto los países ricos se blindan con muros ante la inmigración, el terrorismo y l pobreza. Pobrecitos ellos, que esperan que escondiendo el problema se va a solucionar.
Publicar un comentario