Liquidada la socialdemocracia, el gran capital se apresta a teñir de azul lo poco que queda de rojo pálido en Europa. Y lo conseguirá, apoyado en golpes de efectos sedantes.
El proceso ha comenzado hace ya algunos años y se hará paulatinamente más drástico hasta convertir lo que los patronos llaman "reformilla" en una "gran reforma" que nos obligará a trabajar gratis, a renunciar a nuestras vacaciones y a vivir con el pantalón por las rodillas, por si al jefe se le antoja algo más...
Son tan brutos que cualquier agujero lo consideran trinchera.
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