Parece sencillo. Suena fácil: "darle de comer". Tres palabras que componen un sintagma imposible para millones de personas del tipo "¿Qué es eso de la prima de riesgo?", pero que arriesgan su vida en cada contracción de su exhausto, pero increíblemente robusto, corazón.
Personas cuyo único alimento es el espejismo de dar un bocado con mandíbulas anquilosadas por el desuso, sin fuerzas siquiera para percibir la tenue fragancia de un mendrugo que, quizá con suerte, les llegue desechado desde algún alejado lugar donde narices de plata esnifan la obesidad mórbida de su autocomplacencia.
Parece sencillo. Pero hay que tener valor para soportarlo.
1 comentario:
a mí el hambre me parece terrorismo, del más puro y peor.
Un beso, sin prima de riesgo, pero con la tristeza que da la repugnante realidad.
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