Antes fue Luiz Inácio Lula da Silva, ahora es Ribogarta Menchú. Ambos encabezaron y encabezan movimientos sociales y solidarios para restaurar derechos y recursos que fueron expoliados en beneficio de quienes no los necesitan. Ambos cuestionaron el poder porque impedía impartir justicia donde había sed de ella, por lo que ambos fueron perseguidos, calumniados, amenazados. Ambos estuvieron siempre del otro lado de la barrera, no viendo los toros, sino toreando sin más armas que la palabra.
Lula llegó a la presidencia de su país, Brasil, para tratar de cambiar lo que dijo que había que cambiar, aunque parece que el rumbo no es el previsto. Rigoberta quiere llegar al mismo puesto en su país, Guatemala, donde el poder ha sido detentado siempre por los oligarcas.
Ella y los desheredados se acercan al poder que, dicen, todo lo corrompe. Es de desear que un día no le recuerden lo que ahora le recuerdan a Lula.
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