domingo, 17 de junio de 2007

Un domingo perfecto

Hoy no tengo ganas de escribir y, además, llueve y estoy acatarrado.
Hoy es un domingo perfecto para bostezar, para seguir con la vista los surcos de cemento y pintura que cruzan el techo de esquina a esquina, para sellar una nueva alianza con el sofá y reconciliarse con la relectura juvenil de Los Tres Mosqueteros.
Hoy es un domingo perfecto para encender la tele, conectar con National Geographic y sedarse viendo el apareamiento de los gusanos voladores del Ártico y su circunstancia desde la teoría del budismo prusiano.
Hoy es un domingo perfecto para mirarla a los ojos y decirle lo que no eres capaz de decirle con palabras porque has agotado el repertorio de ternuras verbales, pero también es un domingo perfecto para decirle "te quiero" porque el "te quiero" es la primera palabra inagotable del repertorio.
Hoy es un domingo perfecto para tomar su mano y volver a sentir ese tacto que comunica a mis dedos lo que sé que ella quiere decirme desde su silencio interior y, como yo, tampoco puede expresar con palabras.
Hoy es, en fin, un domingo perfecto para escuchar sus sentimientos y expresarle los tuyos, pero también hoy es un domingo perfecto para escuchar lo que nos gustaría que otros dijesen y sabemos que no les vamos a escuchar nunca.
Pese a todo, seguirá siendo un domingo perfecto.

Vía Tíscar: El poder de tu voz

5 comentarios:

Desesperada dijo...

k bonita entrada, guillermo. disfruta de tu domingo. yo intentaré no empaparme en balaídos. biquiños.

desmusa dijo...

una entrada preciosa. melancólica, llena de sentimiento, evocadora...
me has hecho pensar en todas esas cosas de domingo que a mi me gustaría/debería decir.
Un abrazo y gracias.

Guillermo Pardo dijo...

Gracias a vosotras, vuestras palabras animan a escribir cosas tan sentidas. Saludos.

Fran Invernoz dijo...

Una bonita forma de embellecer con poesía un domingo que, para algunas personas en determinadas circunstancias, puede resultar aburrido o soso. Un cordial saludo.

Guillermo Pardo dijo...

Gracias, Martín. Pero no creas que todos los domingos resultan poéticos. En la playa no me siento así. Saludos.