Esta mañana al despertarme he visto el cielo encapotado y tuve deseos de abrazarme al tiempo, de seducirlo.
Me subí a su cuello para sentir que todavía le quedaba esa calidez que de él se espera y allí, prendido de sus brazos, me quedé, colgado en las alturas, sin otra cosa que hacer que pensar en ti, aterido por la ausencia.
Y de pronto pensé en Atlanta, en su envolvente atmósfera y en los labios que sin decirse nada se lo dicen todo. Tuve, entonces, la certeza de que no es necesario el tiempo para sentir calor, sino tiempo para apreciar las pequeñas cosas y disfrutarlas.
No necesito nada más: solos, la ausencia y yo. Sentados. Y tiempo.
8 comentarios:
¡Qué belleza!
Vaya, que hoy estabas inspirado. Pues lamento no compartir tanta poesía, porque la lluvia me fastidió el paseo dominical en bicicleta y, además, trabajo hasta las tantas (hasta ahora, en una atmósfera tranquila; toquemos madera).
Estupendo post. Fabuloso el video del final. Abrazo.
Lindo post, para endulzar la tristeza que me han dejado los anteriores. Un abrazo
Caramba compañero!! andamos inspirados!
Muy bonito el post!
Un saludo!!!!
La vida está llena de sorpresas maravillosas, este post es la evidencia.Saludos desde Purolandia
Me alegro por ti.
La única felicidad que entiendo es la que está hecha precisamente de momentos como el que desvela este post tuyo.
Hasta pronto.
Las emociones, las sensaciones contenidas en un escrito no son posibles sin alguien o algo que las haga posibles. Escribir para nadie es como gritar en el desierto. Por eso os estoy agradecido. Saludos y abrazos.
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