martes, 29 de abril de 2008

Cien millones de hambrientas razones

Las organizaciones internacionales lo vienen diciendo desde hace tiempo, pero han elevado la voz: la gente se muere de hambre hoy más que nunca.
Para ser más exactos, la ONU habla de cien millones de personas en todo el mundo amenazadas de muerte por la hambruna y cuarenta países en situación límite, cifras (otra vez las cifras) que debieran servir por sí solas para detener esa masacre consentida por quienes la propician: los países ricos. Digo esto porque los menesterosos no se suicidan voluntariamente de hambre, sino que son obligados a suicidarse porque:

a) La producción de biocarburantes (para abastecer de energía el primer mundo) ha hecho subir de tal modo el precio de los cereales (130% en el último año) que la gente no puede pagarlos.

b) Los especuladores, es decir, los aprovechados del primer mundo y los cultivadores coloniales, no tienen quien les frene los pies y se lucran sin rubor, tanto que la población de Haití tiene que alimentarse (es un decir) con galletas de barro.

c) El Fondo Monetario Internacional (FMI) obliga a los países pobres, a cambio de reducir su deuda externa, a exportar en lugar de desarrollar una agricultura de subsistencia. Es decir, les exprime su magra piel. Y no lo digo yo: lo dice el relator de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler.

Hay más causas, pero quizá estas son algunas de las principales que contribuyen a ampliar el mapa mundial del hambre.
Es tiempo ya de que de una vez por todas, ahora que el mundo está más tecnológicamente avanzado y tiene mayor capacidad de producción, alguien se tome en serio este vergonzoso asunto y tenga en consideración que cien millones de hambrientos son cien millones de buenas razones para frenar esta masacre.

Lápices para la Paz: Tsunami no tan silencioso

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Boas!. Mentras o mundo siga dirixido por toda esa cuadrilla de especuladores, ladróns e asasinos, non cambiará nada. Faría falta unha gran revolución a nivel mundial. Anque cada un de nós, mudando os costumes, podemos facer moito para cambiala situación.
Un saúdo

Alicia Mora dijo...

Guillermo! es cierto...,unidos por la denuncia!.
Vergonzoso, tu lo has dicho. Mientras no se piense más que en otra cosa que en lucrarse, esto irá de puta pena, (con perdón por la expresión).Un abrazo.

Irreverens dijo...

Esto es el principio del fin del capitalismo desbocado.
Y si no, debería serlo.

JLuis dijo...

Alicia, lo has clavado tanto lo que tiene de puta(da) como por lo que tiene de pena.

Un abrazo.

ASR dijo...

Me parece sencillo y contundente este post. Me lo apunto.

Desde luego parece difícil poder cambiar esta mercado injusto y la indiferencia del primer mundo ante el hambre de tantos millones de personas pero no nos queda otra que seguir denunciándolo.

Anónimo dijo...

Demasiadas razones

Anónimo dijo...

Las razones dejaron de tener valor hace mucho tiempo. El gran capullo blanco que nos envuelve lo cubre todo para verlo todo lejano, hasta que no se pinche, no se hará nada. Y aun asi tengo mis dudas.

Guillermo Pardo dijo...

Te veo muy optimista, Irre. Pero ojalá aciertes. Me alineo con la tesis de Cass.
Bienvenido Agnóstico.
Saludos y gracias a todos.

June Fernández dijo...

Buf, yo no tengo ni idea de qué se puede hacer para despertar a la sociedad de la anestesia que supone escuchar estas cifras cada día, ver niños famélicos en la tele... Genial resumen de las causas.

Y yo lo enlazo con la cuestión de la soberanía alimentaria porque, como dices, apostar por un modelo de pequeña producción campesina supone rebelarse (al menos en alguna medida) al tema de los biocarburantes y de las exportaciones. Igual os interesa este reportaje, que fue con el que descubrí ese concepto: http://diagonalperiodico.net/spip.php?article5531&var_recherche=june%20fernandez%20