viernes, 31 de agosto de 2007

Virtudes inconfesas, pecados reconocibles

Aunque de la Iglesia católica en España pocas sorpresas cabe esperar, reconozco que mi ingenuidad me lleva a veces por los derroteros de la comprensión y permite, todavía, que el olor de santidad me impregne de loor de incredulidad. ¡Alabado, pues, sea Dios!
Mientras leía la nueva pretensión de los santos varones con respecto a la asignatura de Educación para la Ciudadanía pensaba, al hilo de la excelente argumentación de Félix Soria, en que tal perversidad conlleva también, de facto, conculcar las virtudes teologales y cometer los siete pecados capitales de una tacada.
Lujuria, porque tal pretensión responde a un deseo obsesivo, excesivo y compulsivo de utilizar un medio (la asignatura) para evitar un fin (el cumplimiento de la legalidad). Contra la lujuria, castidad (en este caso, mental).
Gula, porque se advierte en las directrices de la Iglesia, con respecto a dicha asignatura, un uso, abuso y consumo, irracional e innecesario, de formas de comportamiento destructivo. Contra la gula, templanza (en latín, frenum).
Avaricia/codicia, porque, aunque en términos religiosos se utiliza en referencia a la acumulación de riquezas, también incluye la deslealtad, la traición deliberada, el engaño o la manipulación de la autoridad. Contra la avaricia, generosidad.
Ira, porque con semejantes actitudes se pone de manifiesto la impaciencia con los procedimientos de la ley y el deseo de venganza fuera del ámbito judicial, lo que conlleva tomarse la justicia por su mano. Contra la ira, paciencia.
Envidia/celos, porque se intuye que se persigue algo que no se tiene, se desea y se echa en falta. Contra la envidia, caridad.
Soberbia/orgullo, porque con sus ataques contra la asignatura la Iglesia católica en España manifiesta claramente su deseo de ser más importante que un Gobierno, el actual o cualquier otro, libremente elegido por aquellos a quienes los pastores consideran sus ovejas. Contra la soberbia, humildad.
Pereza, finalmente, porque quienes rigen los destinos eclesiásticos muestran, con sus corrosivas pretensiones, su incapacidad para aceptar y hacerse cargo de su papel en el sociedad, lo que les aparta de sus obligaciones espirituales y divinas. Contra la pereza, diligencia.

Críticas por las pocas horas que se dedican a su enseñanza
Una asignatura "muerta"
La escuela católica ve innecesaria la objeción
Opinión: Entre el "porla" y Beethoven

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un ejercicio muy interesante, este que propones.
De todos ellos los pecados yo me había quedado en el de la soberbia, algo que llevan mucho (¿siglos?) demostrando.

Viguetana dijo...

Muy bueno, Guillermo.
Ante tan detallada lista de pecadillos, sólo queda por añadir la coletilla de:
"Consejos vendo y para mí no tengo". Que parece ser que es a lo que se dedica la Santa Sede... desde siempre.

entrenomadas dijo...

Quedas nominado!!!
Pásate por el blog y lo veras.
No te enfurruñes, ¿vale?

Kisses

Anónimo dijo...

A esto le llamo yo darle a uno su propia medicina.

Anónimo dijo...

No conozco mucho este tema. Pero seguro que los curas están equivocados. NO me fio de ellos.

June Fernández dijo...

¡Qué bueno! Sí, yo me quedo con la soberbia y la envidia que tienen de quienes les quitan cuotas de poder.

Por entrar un poco en el meollo, ayer leí un reportaje que detallaba los contenidos de diferentes libros de texto de Educación para la ciudadanía. Yo estoy a favor de esa asignatura, que no me parece tan terrible porque yo he estudiado cosas parecidas en Ética y Alternativa a la religión. Pero reconozco que al leer el reportaje me entró pánico. Algunos libros enseñan que a la unión de gays no se puede llamar matrimonio, que sólo hay un modelo de familia, muestran fotos de fetos desarrollados para concienciar contra el aborto (cuando éste sólo se puede practicar hasta los tres o cuatro meses de gestación), dicen que el divorcio es terrible para los hijos, no hablan de sexo seguro y apenas dicen que hay que creer en el amor verdadero y controlar la atracción sexual... Terrible.

Se supone que eso demuestra que la asignatura no servirá para que el Estado adoctrine. Ya lo harán por él ciertas editoriales. Aunque me aterre que una asignatura enseñe ese tipo de cosas, le he sacado un lado positivo: yo que soy firme defensora de la educación pública, creo que muchos padres y madres se lo pensarán dos veces antes de matricular a sus hijos en un colegio en el que se enseñan esos valores de manera explícita. También me pregunto qué hará el profesorado con el alumnado que intente cuestionar o debatir esas enseñanzas.

Eifonso Lagares dijo...

la iglesia está anclada en el pasado y se le da más poder del que realmente tiene.

Para mí muchos medios de comunicación al día de hoy tienen miedo de tratar a la iglesia como realmente se merece y según el espacio social que ocupa en la sociedad española.

En fin, con la iglesia hemos topado una vez más.

Saludos

Guillermo Pardo dijo...

Este asunto dará mucho que hablar todavía porque, aunque no se ha hecho público, tengo entendido que un grupo parlamentario piensa recurrir la reforma de los textos escolares que plantea la Conferencia Episcopal Española. No puede ser de otro modo en un estado laico. Saludos y gracias por vuestra participación.