La llamada "revuelta del pan" cobra fuerza nuevamente en algunos países a causa de las dificultades de gran número de personas para acceder a él.
El término fue acuñado en Egipto a finales de los años 70, los últimos del mandato de Anuar el Sadat, cuando miles de personas causaron graves disturbios por los recortes de las subvenciones de alimentos.
En Egipto, el pan está subsidiado y de su consumo depende la subsistencia de un tercio de su población, de 80 millones de personas, que tiene que vivir con dos dólares diarios. Eso sí es primera necesidad, y no la subvención del gasóleo para financiar la economía privada y engordar los mofletes de los productores y de los causantes de la guerra de Irak, verdaderos beneficiados de aquel crimen y de esta escalada con final de incógnita.
En Marruecos y en Túnez acaban de producirse nuevas revueltas debidas al aumento de los precios de productos básicos, del paro y de los carburantes, problemas que ya no afectan sólo a las economías más débiles. Las únicas que se libran son las más fuertes, que controlan los resortes del poder y, en consecuencia, los elementos (ejército, policía) con que se reprimen las revueltas.
Ojalá la represión reprimiese el hambre y no las ganas de comer.
Imagen: Ciudadanos cairotas, en la cola del pan / Efe
2 comentarios:
Estamos asistiendo impasibles a la rebelión de los pobres, en los próximos meses noticias como la que citas serán frecuentes.
Sigue pendiente la revolución de los pobres.
Un saludo
Esa rebelión de que hablas está pendiente desde hace mucho tiempo. Pero no pierdas cuidado: no llegará.
Saludos.
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