jueves, 3 de julio de 2008

Lo que la indiferencia esconde

En el territorio del sálvese quien pueda, la indiferencia compartida es responsable de todas las consecuencias.
Lo creo así cuando se comprueba que ni siquiera ante la fúnebre sonata de la agonía somos capaces de responder con un simple y compasivo grito de advertencia, que por tan insignificante esfuerzo tantas vidas puede salvar.
Quizá ocurra que ya ni la vida misma, ninguneada por el hastío baldío de la indiferencia colectiva, merezca el beneficio de la compasión; quizá también porque hemos olvidado, parafraseando a Menandro, que el mayor consuelo en la desgracia es encontrar corazones compasivos.

6 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Julio Torres dijo...

O de Estados Unidos non ten nome. Unha persoa que non é socorrida. ¿Somos humanos ou que somos???????? Ata que extremo chegan os nosos valores???

O outro non sei onde vin un vídeo dun coche que non se para a auxiliar a outro conductor que tivo un accidente, cando non había máis coches transitando pola carretera...

Un saúdo, amigo
Feliz Verán

Julio

Anónimo dijo...

Boas!. Fai uns días, durante un desfile de moda no que participaba un xogador do Madrid, unha das modelos caeu fòra do escenario, á auga, xa que estaba rodeado dun foso cheo do líquido elemento. Pois xusto detrás dela saía o devandito xoghador e non moveu nin un dedo pra axudala. Seguiu coa presentación como se non pasara nada.
Xa sei que non é comparable coas crúas imaxes que vimos de USA, pero é outro exemplo desa indiferencia da que falas.
Saúdos e deica logho!

Guillermo Pardo dijo...

Hai casos de omisión de auxilio realmente espeluznantes. Penso que non só hai indiferencia, senón tamén medo a intervir. Cobardía, nunha palabra.
Grazas e apertas.

matrioska_verde dijo...

la reflexión que te haces en este post me toca de cerca...

tengo una compañera de trabajo que está "muy tocada"... durante una época se acercó a mí y la ayudé, me preocupé realmente de ella hasta que un día dejó de hablarme, sin más... y eso que intenté acercarme de nuevo, sin éxito... pasé, pasé olimpícamente... los demás compañeros, los jefes, nadie hace nada... todos hablamos, comentamos pero nadie quiere hundir el dedo en la llaga... ¿miedo?, es dificil definirlo de ese modo, esta mañana lo comentaba con un compañero... en un caso similar en otra dependencia, el jefe tomó cartas en el asunto pidiendo una revisión psicológica para la persona en cuestión y esta lo llevó a los tribunales...

el mundo está complicado, Guillermo... yo tengo ya suficientes problemas en casa, conmigo misma, con mi hija, con mi familia como para añadir más leña al fuego.

sería para hablar largo y tendido, a veces las personas normales no podemos ayudar, tienen que ser los profesionales los que entren a resolver

es mi humilde opinión.

bicos y buen fin de semana,
bicos
Aldabra

Chesús dijo...

En general nada se comparte, todo es un mercado de afectos o de intereses, a veces más generosos que otros, pero poco más.

Sin embargo, el sentimiento de colectividad no se ha perdido del todo y por suerte en sociedades menos contaminadas que la que yo vivo y conozco se encuentran ejemplos de autentica generosidad. De ayudar sin pedir nada a cambio. Porque de eso se trata de dar sin esperar nada a cambio, de ayudar porque se necesita, sin más.

En fin...