Algunas personas se toman muy en serio el calentamiento global del planeta, que en mi opinión no debería tomarse a broma.
Los llamados "carboréxicos", que podríamos definir, sin intención peyorativa, como ultraecologistas, parecen ganar terreno al ecologista tradicional, quizá porque los primeros ven el futuro del planeta más tenebroso que los segundos.
Leyendo acerca de la anoréxica conducta ecológica de Steven Vromman me pregunto si yo sería capaz, como él, de prescindir de "lujos cotidianos" como ponerme ropa limpia, ducharme o accionar la cisterna cada vez que utilizo el váter. Al parecer, él considera todo eso, y más, un despilfarro. Opino, por el contrario, que despilfarrar es ducharse, cambiarse de ropa o tirar de la cadena innecesariamente.
Vromman se considera un "hombre de bajo impacto" energético, definición que encaja con la de "carboréxico" en el sentido de que pretende reducir al extremo, que no al mínimo, el uso de energía. Como los anoréxicos con los alimentos. En línea con esta conducta me parece que va encaminada la actividad de la empresa española AlSol, que apuesta por la energía solar como fuente de recurso energético para diseñar y vender cocinas solares, secadores de frutas solares, etc. etc. Está muy bien, desde luego.
Me pregunto, sin embargo, atendiendo a la filosofía propugnada por el ecologismo, según la cual el hombre debe gastar lo mismo que las plantas y los animales, es decir, lo necesario, si la carborexia no nos aproxima precisamente a lo contrario de lo que se trata de promover: el equilibrio.
3 comentarios:
pues no tenía ni idea de ese palabro... thank your for the lesson.
biquiños,
Palabro llamativo, sí señor. Y con mucha carga semántica.
Besos.
Increíble. Sabía que habían ultraecologistas que llegaban a ese punto, pero no que eso tuviera un nombre.
Nada en exceso es bueno, y si lo que se intenta es un "gasto cero" el carboréxico no lo va a conseguir nunca.
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