
El emigrante europeo de hoy viaja cómodamente en busca de Eldorado. Su épica es mullida. La verdadera épica "levita", sin destino cierto, sobre mortajas marinas que, por irónico efecto metafórico, viene a ser algo así un castigo por huir de la tierra a la que, bíblicamente, se ha de volver.
Si épico es atravesar el Estrecho hacinado en un cascarón, el summun de la épica debe ser, de momento, "viajar" desde Etiopía, Somalia o Eritrea a Estados Unidos, pasando por Sudáfrica y atravesando el Atlántico, el sur y el centro de América.
Me cuesta trabajo imaginar algo más épico.
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