martes, 24 de noviembre de 2009

Otro Castro, la misma Cuba

"Durante estos tres años en el poder, Raúl Castro ha sido tan implacable como su hermano. Los cubanos que se atreven a criticar al gobierno viven bajo un temor constante, pues saben que pueden terminar en prisión tan sólo por expresar su opinión".
El párrafo anterior corresponde a una afirmación de José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch (HRW), realizada con motivo de la difusión del informe "Un nuevo Castro, la misma Cuba", en el que, en síntesis, se dice que en lugar de desarticular la maquinaria represiva puesta en práctica por su hermano Fidel, Raúl Castro la ha mantenido plenamente activa.
El informe, de 123 páginas en español, es muy completo. Ofrece una visión suficientemente amplia de la situación de los derechos humanos en Cuba e incluye, a modo de ilustración, varios casos que ponen de manifiesto las barbaridades que se cometen en la isla en nombre de una revolución caduca. También se hace eco de las condiciones carcelarias en la isla, de las formas habituales de represión e incorpora un apéndice con la relación de los 53 presos políticos arrestados durante la ola represiva del 2003 que continúan en prisión con el gobierno de Raúl.
Uno de los apartados más llamativos del informe es el que se refiere a los fundamentos jurídicos de la represión en Cuba, y dentro de él, el que trata sobre la "peligrosidad predelictiva", la norma "más orwelliana de todas la leyes cubanas", según HRW.
Esta ley permite encarcelar a las personas consideradas "peligrosas" antes de haber cometido o planificado delito alguno, simplemente cuando existe la sospecha de que podrían cometerlo. El Código Penal cubano define “estado peligroso” como “la especial proclividad en que se halla una persona para cometer delitos, demostrada por la conducta que observa en contradicción manifiesta con las normas de la moral socialista". En otras palabras, el estado peligroso es un estado predelictivo en el que el comportamiento actual de una persona sugiere que podría cometer un delito en el futuro. Este comportamiento puede manifestarse como embriaguez habitual, narcomanía, o "conducta antisocial".
Como el mundo está lleno de "elementos predelictivos", entre los que por supuesto me incluyo, el informe deja claro la ignominia de la dictadura cubana, de cualquier dictadura por extensión, y supone un nuevo aldabonazo en la conciencia colectiva sobre los abusos de quienes detentan el poder en nombre de causas supuestamente justas, que en realidad no son más que las propias.
Una pero le pongo al informe: el título. No es un "nuevo" Castro, sino "otro" Castro el que sigue haciendo lo mismo que hizo su hermano en la misma Cuba.

En esta página de HRW se resumen algunas de las cuestiones especificadas en el informe y se incluye un vídeo con una entrevista al director de esta organización para las Américas. En ella, Vivanco dice, entre otras cosas, lo siguiente: "El aparato de seguridad puede, según el Gobierno, leer la mente de los cubanos antes de que comentan cualquier infracción". De ahí el concepto de "predelito".

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