martes, 1 de diciembre de 2009

Homosexualidad, ese peligro

Cuando uno lee u oye noticias o comentarios contra los homosexuales y la homosexualidad casi siempre se prepara, instintivamente, para lo peor. Y casi siempre acierta.
Una parte del mundo, y no pequeña, considera la homosexualidad una enfermedad que debe curarse, cuando no un reprobable vicio nefando merecedor del peor de los castigos divinos. Y aún humanos, como, y solo es un ejemplo, los últimos seis detenidos en Cuba en virtud de eso que allí llaman "peligrosidad predelictiva", que es una especie de visión futurista sobre lo que los intérpretes de la ley intuyen que cualquier sospechoso puede hacer. He aquí un ejemplo de que la homosexualidad ofende la moral oficialmente reconocida, cosa que no ocurre con el jineterío (léase puterío), las orgías, los tríos, los intercambios de parejas u otras manifestaciones sexuales que, por muy deshonrosas, viciosas y sucias que sean, no conllevan eso que llaman peligro social. La homosexualidad, sí.
No es Cuba, desde luego, un caso único. La Europa religiosa levanta el dedo acusador cada vez que tiene ocasión, y se atreve a llamar al orden a los legisladores que tratan de proteger lo que es tan consustancialmente humano como la heterosexualidad. Y si en el mundo musulmán cuecen tantas habas homofóbicas como en el cristiano, tampoco se salvan de la hoguera inquisitorial ni las legislaciones de países en otro momento tutelados por rancias democracias europeas.
El mundo no puede ser completamente libre si no es capaz de ver y comprender la diferencia y lo diferente, pero sobre todo si no es capaz de librarse del hombre viejo que todos llevamos dentro. El peligro no radica en el sexo, ni en cómo se sienta uno sexualmente, ni en qué tipo de sexo se practique, sino en la forma de verlo, de entenderlo y de comprenderlo, y en la perversa intención de los guardianes de la moral (¡siempre la ajena!) de controlar las entrepiernas ajenas. Pero sólo de puertas para afuera, que conste. Ellos sí son peligrosos hipócritas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues sí, hay demasiada hipocresía en los moralistas. Yo considero que el heterosexismo es homofobia a otro tipo de orientaciones sexuales.