Desde todos los frentes nos llegan noticias e imágenes del despliegue humanitario en Haití, acciones que parecen revestidas de una especie de efecto balsámico, como si fuesen concebidas para aliviarnos de una carga que, en realidad, no tenemos los que vivimos de lejos semejante tragedia.
Tengo la impresión de que hay mucho márquetin en todo este asunto, de que las lamentaciones de algunos no son más que cánticos de sirena, de que las supuestas lágrimas derramadas por otros son en realidad de cocodrilo y de que, en el fondo, en Haití se está rodando una película a costa de la desgracia ajena, que pagan las donaciones que, generosos, depositamos en la boca de los tiburones bancarios. Quizá, todo puede ser, la película me la imagino yo.
Quizá Fran Sevilla, enviado de RNE, se haga también pajas mentales cuando, con fecha del pasado día 20, escribe:
A diario hago un par de recorridos de unas tres horas cada uno; uno por la mañana y otro por la tarde. Quiero ver cómo evoluciona la situación en las distintas zonas e ir visitando determinados lugares. El objetivo de los recorridos de hoy era tratar de confirmar si se está repartiendo ayuda humanitaria, básicamente agua y alimentos que resultan ya imprescindibles. Yo, desde luego, no lo he visto. En ninguna parte y he recorrido un montón de zonas. Tengo la sensación de que el supuesto reparto de ayuda, que habría empezado ayer y que hoy se habría intensificado, no es tal. [Diario de Haití, I]
Pienso que quizá el reportero no tuvo suerte ese día, de que en lugar de recorrer la zona devastada se ha ido a otra, con playas para ponerse moreno, respetada por el seísmo. El día 21 leo en su blog lo siguiente:
El centro de la ciudad estaba igual que en los días precedentes, con miles de personas agolpadas en los improvisados campamentos que ocupan los parques y las plazas. Sigue sin haber distribución de ayuda humanitaria, de alimentos y de agua. Me pregunto cómo sobreviven todos estos seres humanos a los que me acerco para preguntar si alguien les está ayudando, si reciben algo. La respuesta siempre es no. Sobreviven gracias a la solidaridad entre ellos, compartiendo por grupos familiares y de amigos lo poco que tienen, lo poco que pueden conseguir. [Diario de Haití, II]
¿Cómo que sobreviven gracias a su solidaridad? ¿Nos estás mintiendo, Fran? ¿Acaso no has visto los aviones lanzando comida en paracaídas como lo ha visto todo el mundo por la tele? ¿O lo hacían para abastecer a las tropas? Al tercer día de lectura, es decir, hoy, compruebo que Fran, testarudo, sigue en sus trece:
[...] ahora se entenderá mucho mejor para lo que diga por Radio Nacional. En estos últimos días, lo que he dicho, y seguiré diciendo, insistiendo, es que de momento no está llegando nada de ayuda. [Diario de Haití, III]
En fin, Fran, no sé qué pensar, chico. Me cuesta hacerme a la idea de que los nuestros hayan abandonado a su suerte a esos negritos andrajosos, deshidratados y famélicos, que semana y media después del terremoto no hayamos sido capaces -nosotros que en hora y media pusimos Bagdad patas arriba y en menos de un día podemos aterrizar en la Luna- de acercar un plato de arroz y un botellín de agua a toda esa gente. No puedo creer que se estén retrasando la distribución de alimentos y la ayuda médica, no tiene sentido. Como tampoco puedo creer que se expulse así como así a los periodistas del aeropuerto de la capital haitiana. ¿Qué estabais haciendo, Fran? ¿Qué es lo que no quieren que contéis?
No, Fran. Creo que nos la intentas meter doblada. ¿No te habrás ido a Costa Rica, pillín, y nos quieres hacer creer que las pasas canutas en Haití?
P.D. Perdona el sarcasmo, compañero; pero a mí estos megamontajes "humanitarios" me huelen a podrido, a hipocresía, y me alteran la vena irónica hasta el paroxismo.
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3 comentarios:
Me temo que opino igual que tu. Y digo me temo porque es algo que me preocupa. Empieza a ponerme enferma la escenografía utilizada en algo tan serio.
¿Cuántas décadas ignorando y manipulando Haiti?, ¿por qué no seguir haciéndolo ahora?
Es indignante.
K,
Marta
Lo que ha ocurrido en Haiti es brutal y casi impredecible, pero el insoportable empobrecimiento de la población de Haití, no.
Los países denominados «amigos» han empujado al descenso a los infiernos a la sociedad haitiana.
El FMI obligó al país e a liberalizar su mercado. Los escasos servicios públicos se privatizaron negando su acceso a los más necesitados. En 1970, Haití producía el 90% de los alimentos que consumía, actualmente importa el 55%. El arroz estadounidense subvencionado ha matado la producción local. En agosto y septiembre de 2008, el estallido de los precios alimentarios mundiales hizo que aumentaran su precio el 50%, lo que dio origen a los «motines del hambre».
Parece que a las catástrofes les gustan los países pobres. Cruel, demasiad cruel.
Bien, pues si estos mismos son los encargados de la ayuda humanitaria no me extraña que el periodista no vea la "ayuda humanitaria".
EN fin, andaba desvelada y esto me ha desvelado aún más.
Marta
Hace unos días que no escucho a Fran Sevilla en la radio y ahora leo esto alucinado. Qué vergüenza.
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