Así, con determinación, amenazan la vida quienes deberían protegerla. No por ser mujeres, sino por ser humanas.
El sexo no es baladí, sino una justificación. Una advertencia de que quien crea también puede destruir, de que quien ama también puede odiar. No hay agonía sin causa, pero hay causas bendecidas en nombre de extrañas religiones que, paradójicamente, siembran lo contrario de lo que dicen predicar.
La contradicción como excusa es un veneno letal inoculado en el mismo vientre, y el acero de las armas, regaliz comparado con las miradas furibundas y oscuras, apenas disimuladas por la infinitud del odio, recubierto de símbolos identitarios que se niegan y repudian.
No hay elección ni escapatoria: conmigo o contra mi.
La duda no sólo ofende, mata.
[Imagen tomada de Uno de los nuestros]
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