Una familia gitana de Vigo tuvo que derribar el pasado jueves su chabola construida ilegalmente a unos metros de un monumento prehistórico.
Al parecer, un vecino solidario con las piedras presentó una denuncia, el juzgado actuó en consecuencia y dio un plazo al dueño de esas cuatro paredes levantadas con ladrillo para que las derribase. El hombre, chatarrero de profesión, cumplió y se quedó en la calle, con toda su familia.
Parece que todo está bien. Las leyes deben cumplirse. Y por ese mismo motivo ya va siendo hora de que de una vez por todas se dé curso a la justicia y se derriben las 2.000 viviendas de Vigo que, sentencia tras sentencia desde hace años, han sido declaradas ilegales y todavía nadie se ha atrevido a demoler.
No se trata de chabolas, sino de edificios completos, chalés y hasta un centro comercial. Que caiga la piqueta sobre ellos con la misma diligencia judicial con cayó sobre la chabola del chatarrero.
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