Hay coleccionistas raros de cojones, expresión que, por otra parte, viene al caso.
En Argentina conocí a un mapuche que coleccionaba vellos púbicos femeninos, de lo que es mejor obviar detalles, y cerca de mi casa vive un tipo que atesora fotos de animales en posturas raras. Recuerdo, por ejemplo, la de una cebra que mira a la cámara por entre las piernas o la de un gato tapándose un ojo mientras que con el otro hace un guiño, supongo que inconscientemente, al objetivo. Al dueño de tan curiosa fototeca lo apodan Gallinito.
Ignoraba, sin embargo, que existiesen coleccionistas de penes. Pues es Islandia, al parecer, hay uno que creó una faloteca a tiro de piedra del Polo Norte. Una rareza, todo hay que decirlo, que recibe 11.000 visitas al año.
El ínclito tiene un deseo que espera ver pronto cumplido: cortarle el nabo a un nazi. Lo mejor del caso es que ya sabe a quién.
¡Ojalá lo consiga!
2 comentarios:
Hay aficiones de lo mas bonitas. Es maravilloso lo fácilmente que el cerebro humano se entretiene con según qué tonterías.
Yo también me voy a poner a coleccionar penes. ¡Ya tengo uno!
Y hemorróides. También voy a coleccionar hemorroides!!
En efecto, hay que estar muy desocupado para ocuparte y preocuparte por según que tonterías.
Saludos.
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