Una afirmación de José Montilla en el Parlament de Catalunya ha levantado cierta polvareda entre una parte de los gallegos, que dicen sentirse ofendidos por el empleo peyorativo que el president hizo del término "gallego" para referirse a la supuesta indefinición de algunos de sus rivales políticos. El polvo ha obligado al honorable a poner en marcha el ventilador.
Yo soy gallego y, francamente, no me siento ofendido porque se emplee un tópico para tratar de expresar algo gráficamente. Quizá porque no acabo de percibir la intención insultante del tópico como expresión trivial y lugar común en la retórica hispánica, quizá porque no me siento acomplejado por haber nacido en Galicia, quizá porque la retranca gallega me permite entender como posible virtud -hasta se han publicado obras y series periodísticas sobre el tópico concreto del gallego y la escalera- lo que otros consideran insulto o quizá porque yo mismo utilizo el tópico cotidianamente para sazonar mis expresiones: "Eres más picante que un murciano", por ejemplo.
Cada cual tiene derecho a sentirse como le dé la gana. Yo, al hilo con lo que acabo de escribir, me quedo con una reflexión de Bertrand Russell:
"Deseo proponer a la favorable consideración del lector una doctrina que, me temo, podrá parecer desatinadamente paradójica y subversiva. La doctrina en cuestión es la siguiente: que no es deseable creer una proposición cuando no existe fundamento para suponer que sea cierta".
1 comentario:
La frase de Rusell es un excelente antídoto contra los que se "alporizan" para demostrar el más barato de los patriotismos.
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