Francia ha amanecido hoy con una nueva huelga contra la reforma de las pensiones que quiere aprobar el Gobierno esta misma semana.
Los sindicatos de ese país han convocado nueve huelgas este año, y la de hoy es la sexta contra lo que quizá sea inevitable: el retraso de la edad de jubilación de 60 a 62 años, y de 65 a 67 a la que deberá jubilarse un trabajador que no haya cotizado el tiempo necesario para cobrar la pensión completa.
A las huelgas en Francia se han ido uniendo paulatinamente trabajadores de los más diversos sectores, desde servicios postales a educativos, desde transportistas a funcionarios, y recientemente los estudiantes. Pero, además, estas huelgas son renovables cada 24 horas, por un período indefinido. He aquí un par de ejemplos de cohesión social y organización reivindicativa.
Esos movimientos de protesta tienen una raíz muy similar, sino idéntica, a los problemas que tenemos los trabajadores en España; pero si tomamos como ejemplo el combativo y reivindicativo espíritu francés, damos la impresión de que la cosa no va con nosotros, de que estamos apagados, de que el próximo estornudo nos llevará por delante como el viento la hojarasca.
Nosotros deberíamos estar en la calle defendiendo lo mismo que defienden los franceses. Porque la piedra que les caerá a ellos esta semana, nos caerá a nosotros la próxima, y porque aunque este golpe quizá sea inevitable podría no serlo el próximo o que, al menos, no sea tan duro; pero para tener esa posibilidad hay que demostrar que se tiene valor.
Los franceses, pese a tener mejores salarios y mayores conquistas sociales que nosotros, no parecen haberse adormecido. Ahí están, luchando desde hace meses, a pie de calle en otra nueva huelga para hacer frente a los salvadores de banqueros y defender lo que es suyo y se han ganado a pulso tras décadas de generoso esfuerzo, de cesiones nunca correspondidas, de aportaciones insuficientemente gratificadas, de horas extras no pagadas, de duro trabajo nunca reconocido.
Los españoles salimos cansados, aburridos, abúlicos, desconfiados, molestos, escépticos, decepcionados de la última huelga convocada por los sindicatos. Aunque no hayamos participado en ella. Tenemos el mayor porcentaje de desempleo del mundo desarrollado y actuamos como si no nos afectase, pero cuando los gorrones "digestores" de la mejor liga de fútbol del mundo ponen en riesgo a nuestro equipo, enseguida salimos a la calle. Así somos, tan inmaduros, tan insoportablemente banales.
¿Qué tienen los franceses que no tengamos nosotros? ¿Por qué ellos se mueven tanto y tan eficazmente y nosotros nos quedamos paralizados cuando, como a ellos, nos están robando el futuro?
3 comentarios:
Que fuera un partido del Madrid-Barcelona, del Sporting o de la Selección Española, haber si nos quedamos paralizados...frente a la pantalla del televisor.
Hoy hablábamos de esto varios compañeros. Casi todos optaban por explicarlo con el dinero negro de la burbuja inmobiliaria que hace de colchón en muchas familias. Yo soy más pesimista. Creo más en la narcotización. Somos una sociedad colocada con chutes de fútbol, princesas del pueblo y supervivencia a base de picaresca. Ojalá despertemos.
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