La visita del papa ha terminado. Tengo la impresión de que se me ha quitado un peso de encima. Me siento aliviado, porque fue insoportable mientras duró.
El montaje hollywoodiense ha tocado a su fin, y con él el bloqueo del centro de la capital del Estado durante una semana o la agraviante rebaja de servicios públicos a los participantes en esta exhibición de excesos, ostentación y poder.
Muy lejos están, desde luego, de las prédicas de la jerarquía eclesiástica, cuyas contradicciones representan la más terrible de sus equivocaciones: si las enseñanzas de Cristo remiten a eso, no se debe predicar lo contrario, y si son lo contrario, ¿dónde están la humildad y la modestia, bases de la esencia cristiana?
Francamente, me resulta imposible distinguir bienaventuranza entre tanto artificio.
3 comentarios:
Un gran amigo mío sacerdote y fraile me dice: Que te importa lo que diga el Papa?
Pues lamentablemente me importa y me siento OFENDIDO por todo la irracionalidad que representa la curia católica.
Agora, a superar a resaca
Cristianismo y catolicismo tienen poco que ver. Empezaron a construir el "imperio" papal en el siglo IV y no han dejado de alejarse del Nazareno.
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