A menudo estamos tan ocupados mirando de reojo al vecino que nos olvidamos de mirarnos a nosotros mismos. Lo mismo sucede con la inmigración respecto de la emigración.
Buceando en el proceloso mar de la información encuentro este recordatorio, que utilizo para refrescar la memoria de quien la tenga anestesiada, de cuyo conjunto entresaco esta parte: "Según revela el primer censo nacional [de la República Dominicana], que data del año 1920, los españoles que se encontraban en el país eran en su mayoría jóvenes de procedencia rural que venían a América en busca de bienestar o para librarse del servicio militar obligatorio y así de las guerras coloniales que sostenía España tanto en Cuba como en Marruecos".
A mí esto me resulta muy familiar, tanto por el pasado como por el presente, porque los que hoy llegan lo hacen prácticamente por los mismo motivos por los que nuestros bisabuelos atravesaron el Atlántico. Había que buscarse el sustento y el bienestar familiar donde y como fuese, ¿o no?.
Las cosas no han cambiado en esencia, aunque la inmigración de hoy aporta mucho más que la emigración de ayer. Aporta, entre otras cosas, suculentos beneficios bancarios, como reconoce Casa Madrid, el 40% de cuyos préstamos se gestionan con extranjeros, y también aporta sangre con la que teñir, como ha ocurrido, el rojo de la bandera española.
No lo digo sólo yo, también el antropólogo argentino Alejandro Goldberg, inmigrante universitario en Barcelona, mantiene una opinión similar cuando afirma: "Reflexione sobre esto: entre fines del siglo XIX y principios del XX, España nos envió una inmigración campesina, muy pobre y de escaso nivel cultural. Algunas generaciones más tarde, nosotros enviamos una inmigración con gente de clase media, buen nivel cultural, emprendedora, reclutada en las ciudades más importantes del país. ¡Y todo eso sin poner un peso!".
Olvidos sí, pero sin anestesia, por favor.
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Alejandro Goldberg
5 comentarios:
Es cierto que respecto a la inmigración la memoria no solo se muestra anestesiada... sino que parece que sólo olvida lo que interesa a los argumentos de quienes usan la inmigración como argumento de discordia.
Genial la entrada de hoy Guillermo.... me he permitido recomendarla.
Un saludo.
tienes tanta razón... yo siempre uso ese argumento frente a los bárbaros que critican a los inmigrantes: ¿tú no tienes un abuelo inmigrante?
Un estupendo post, tienes toda la razón del mundo, nos olvidamos de lo fuimos y de donde venimos. Los millones que mueven los bancos con la emigración tendría que llevarles a hacer algo más en beneficio de ellos, pero solo piensan en su beneficio, cobrando sustanciosas comisiones por enviar su dinero a su familia.
Lo enlazo, de seguir con estos post tan buenos me ocupas todo el lateral.
Un saludo
Soy hijo de inmigrante español nacido en América y tengo que reconocer la calidad del comentario. He comprobado que el sector servicios; bares, cafeterías, hoteles, restaurantes y comercios tuvo su impulso y fue motor económico del desarrollo argentino, por el aporte de asturianos, como era mi padre, gallegos y vascos.
Vuestros argumentos son tan aplastantes como los míos. Aunque no tenga abuelos emigrantes, hay personas en mi familia que sí lo son; pero con todo eso, todos somos o hemos sido, históricamente, emigrantes. Saludos y gracias por vuestras visitas.
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