La noticia no ha tenido mucha repercusión, pero, pese a su carácter anecdótico, me parece interesante y ejemplo ilustrativo de lo que es posible hacer si nos ponemos en el lugar del otro.
Un empresario italiano ha subido el sueldo a sus empleados después de tratar de vivir como la mayoría de ellos con un salario de mil euros mensuales. La información dice que "comprobó" que con semejante nómina no podía hacer frente a los gastos a partir del vigésimo día, razón que le llevó al convencimiento de que había que hacer algo. Y lo hizo.
La experiencia tiene muchas lecturas, pero me detendré en dos. El empresario se puso un sueldo de mil euros, a los que sumó otros tantos que adjudicó a su esposa, también empleada suya. ¿Llegaría a día 20 de mes si sólo entrase un sueldo en su casa? Esa es la situación de millones de personas en los países ricos, donde, como todo el mundo sabe, éstos lo son más y los otros, son menos de lo contrario. Igual pregunta cabría hacerse si, además de pagar agua, luz, gas, teléfono, coche y comida, tuviese que afrontar una hipoteca, de la que no habla, señal de que no la tiene. En ese caso, su liquidez se habría agotado, probablemente, antes de los primeros diez días de mes.
Dicho esto, creo que ejercicios empáticos como ese serían de gran ayuda en las negociaciones políticas, económicas y sindicales, así como para entender cómo funciona el mundo, cómo la globalización a escala hace posible mantener el equilibrio de las relaciones socioeconómicas, la interdependencia es fundamental para la supervivencia y cómo, en síntesis, el número 1 no tiene sentido sin el 2.
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3 comentarios:
me parece una idea grandiosa, grandiosa. ojalá lo hiciesen más!
Ojalá se aplicase aquí en España. Hay gente que vive con menos de 800 euros al mes.....
Creo que falta meternos en la piel del otro, de nuestro semejante, de la inmigrante rumana que encontramos pidiendo a las puertas de una iglesia o de un supermercado. Espero que cunda el ejemplo del empresario italiano entre sus colegas y entre los políticos del mundo.
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