Los pisos patera comunes hoy en muchas ciudades españolas tienen un ejemplar precedente en el Cono Sur americano, especialmente en los países que absorbieron mayor mano de obra emigrante a partir de mediados del XIX.
Tal precedente recibió el nombre de "conventillo", diminutiva ironía de convento por las numerosas celdas en que se hacinaban, en régimen de inquilinato, obreros e inmigrantes, sobre todo españoles e italianos en el caso argentino. La pujante Buenos Aires de la segunda mitad del XIX, en cuyo barrio de San Telmo se creó probablemente el primero de estos lugares, fue una de las ciudades donde más proliferaron este tipo de viviendas, pues en 1880 había en ella 1.770 en las que sobrevivían más de 50.000 personas repartidas en 24.000 habitaciones. Un decenio después, los conventillos superaban ya los 2.200 para casi 95.000 inquilinos de la oligarquía bonaerense.
En Urbanización e inmigración en América Latina, Guy Bourdé define el conventillo: "Inmueble de inquilinos en el que se apiñan los más necesitados, los inmigrantes recién llegados y los obreros. Se organiza en torno a un gran patio en el que se encuentran la fuente y el aseo común. Los cuartos de la planta baja dan directamente al patio; los del primer piso comunican entre ellos por una galería que da también al patio por medio de una escalera. En cada cuarto, de alrededor de cuatro metros por cinco, mal aireado por su única ventana y, a veces, tan sólo por la puerta, se aloja una familia. Cuatro, cinco, seis o más personas se apretujan en ese estrecho local que hace las veces de dormitorio, comedor, cocina y lavadero. En el 80 [1880], más de la cuarta parte de la población vive y padece en los conventillos".
La definición sirve, en esencia, para los pisos patera actuales. Algunas cosas no han cambiado tanto.
La fotografía del conventillo de Piedras pertenece a la colección "Caras y caretas", del Archivo General de la Nación (Argentina)
Selección fotográfica: La inmigración en la Argentina moderna
2 comentarios:
Una entrada interesante, especialmente para alguien nacido en Buenos Aires. Al parecer, la palabra conventillo tiene su origen en un diminutivo de convento, ya que los porteños entendieron que estas minúsculas habitaciones eran parecidas a las celdas de los monjes de clausura.
Curiosamente, Martín, esos conventillos fueron antes mansiones residenciales de la oligarquía bonaerense, que las abandonó cuando la fiebre amarilla de la década de 1870. Luego las alquilaron, divididas, a los necesitados. Saludos y gracias por tu visita.
Publicar un comentario