Los fallecimientos de Francisco Ayala y de Claude Lévy-Stauss nos dejan un poco más huérfanos de lucidez, un poco más solos en un mundo del que acabaron desencantados.
"Ahora lo que está pasando es muy duro y desalentador. Todo ha bajado a un nivel ínfimo y no me parece que sea agradable el ambiente humano", pensaba el granadino acerca del último mundo que le tocó vivir.
El francés nacido belga no tenía mejor opinión, con el agravante de que, por afinidad de apellidos, solían confundirlo (¡mundo ingrato e ignorante!) con el inventor, fabricante y comerciante de pantalones vaqueros. "Viví varios años en Estados Unidos con el apellido mutilado -decía-. Esta desgraciada homonimia no ha dejado de asediarme como un fantasma. Todavía no pasa un año sin que reciba, en general de África, un pedido de vaqueros".
Descansemos en paz. Ellos ya lo hacen.
2 comentarios:
¿Qué le hemos hecho a noviembre para que empiece así?
Buena pregunta. Habrá que pensar en una buena respuesta. K.
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