Existe cierta necesidad intencionadamente introducida por el mercado de crear compartimentos estancos, clasificaciones, de convertir, en fin, al artista en una marca comercial y a su obra en un producto sujeto a un determinado “standard” de producción, inmediatamente reconocible y homologable. Esto resta libertad y autonomía al artista y convierte a muchos de ellos en copistas de su propia obra.
Vivimos en un mundo en crisis, no sólo económica (esto es casi una anécdota). La explosión es reflejo de esto. La experiencia nos enseña que cualquier construcción comienza con una destrucción. Se trata de una constante universal. La parte de la esperanza se refleja en elementos que constituyen símbolos de esa nueva construcción.
Me han gustado especialmente estos párrafos de la entrevista que Enkil le hizo a Carlos Saura. Recogen ideas contrapuestas en varios sentidos. Por una parte, la determinación a ser uno mismo frente a la presión uniformista que emana del mercado, que es tanto como decir del dinero. Por otra, la resignación ante lo inevitable, pero también el deseo de hacer lo posible por obtener vida y belleza del caos.La flor que surge de la explosión es, en efecto, todo un canto a la esperanza.
2 comentarios:
Fermosísima a flor e a esperanza que xorde da destrución.
Pois sí, Gracia. Amáis diso, chócame a filosofía que hai detrás desa realidade que retrata o artista, que se resume no poder creativo da destrucción. É curioso e contraditorio, ¿non sí? Os nazis, por exemplo, teñen en algo tan natural unha boa excusa para a súa destrutiva violencia, penso eu.
Grazas pola túa visita y polo comentario. Apertas.
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