"Lo que da más miedo es que no pueda sostenerse el Estado de Bienestar. Pero quizás la crisis nos ayude a distinguir entre lo que es imprescindible y lo que es superfluo, de modo que aprendamos a ser austeros en todo aquello que no es importante para preservar lo más valioso: la sanidad pública, la educación pública, los organismos destinados a garantizar el imperio de la ley y por lo tanto las libertades individuales. Tenemos una clase política omnipresente y parásita que se ha adueñado de todas las instituciones y las ha multiplicado en su propio beneficio, para alimentar sus redes clientelares a costa de la profesionalidad y la eficiencia de la administración. Alguna vez nos daremos cuenta de que este tinglado político es insostenible. No puede ser que haya escasez de maestros o médicos y que no estén bien pagados y en cambio el número de cargos políticos o clientelares se multiplique sin control. Y quizás la crisis también nos fuerce a pensar en otro modelo de desarrollo, menos basado en el despilfarro de energía y de recursos no renovables y más sostenible a largo plazo".
Antonio Muñoz Molina en El Cultural
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