Algunos presos de ETA han logrado beneficios penitenciarios previa aceptación de las normas que les impone el Estado, entre ellas la renuncia y la condena expresa a la violencia.
Los asesinos y sus cómplices se acogen a las medidas de gracia, muy diferentes del tiro de gracia que ellos descerrajaron a sus víctimas moribundas para que no tuviesen ocasión de volver a vivir. Y por eso cabe preguntarse si es ético y moralmente aceptable que ellos tengan ahora la oportunidad que nunca concedieron a quienes cayeron bajo su pólvora mortal, si es posible aceptar socialmente a quienes sabes que utilizaron sin piedad su sentido de la justicia, si es posible acoger en el mismo rebaño al lobo que lo ha estado sacrificando.
Cabe preguntarse qué pensarán hoy los huérfanos, las viudas, los lisiados y los desequilibrados que un día tuvieron padres, esposos y fueron personas físicamente completas y emocionalmente equilibradas cuando sean conscientes de que los causantes de su desgracia no se "pudrirán en la cárcel" y que pueden volver a encontrárselos en cualquier lugar.
Esa gente tiene ahora la posibilidad de volver a vivir gracias a la generosidad de aquellos a los que con tanto odio combatieron. Sus víctimas, nunca más. Y a nosotros nunca nos resarcirán por las nefastas emociones que nos han hecho sentir.
1 comentario:
Pues sí, pero no, ¿no? Si creemos en la reinserción tendrá que ser hasta las últimas consecuencias, aunque nos tengamos que comer los hígados. ¿O no?
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