Las manifestaciones de ayer en decenas de ciudades españolas demuestran que quienes estamos indignados no somos reos de un momento de ofuscación, ni de un sarpullido primaveral, sino de un cabreo monumental al que tarde o temprano habrá que dar satisfacción.
Quienes ayer se echaron libremente a las calles no son camorristas ni guerrilleros urbanos, piquetes incontrolados ni desocupados atrevidos, sino ciudadanos con causa dispuestos a remover por vías pacíficas y democráticas un sistema político y económico cada vez más violento y alejado del concepto humano y humanista del día a día de las personas.
El mensaje que reclama honestidad y dignidad se amplifica cada día más y cala cada vez más entre la sociedad, y a medida que gana adhesiones el sujeto va trasladándose desde la primera persona del singular a la primera del plural, afianzando el espíritu colectivo del movimiento.
Como puede leerse en el blog de June Fernández, "está muy bien gritar “No es una crisis, es una estafa”, cagarse en Botín, en los Borbones y en Azkuna, pero el cambio tiene que empezar por una misma. En el manifiesto se aludió a la capacidad de las personas para transformar la sociedad, soñando, creando, consumiendo menos. De entre todos los carteles, me quedo con éste: “Revolución también es saludar al vecino”".
2 comentarios:
Gracias por citarme, Guillermo. Efectivamente, probablemente parte de la fuerza de este movimiento se deba a ese punto humanista, de hablar de cosas como la honestidad y la dignidad. A mí al menos es eso lo que me engancha. Me parece algo auténtico. Por cierto, por citar de memoria me equivoqué. La frase es más bonita: "Revolución también es sonreír al vecino".
De cualquier forma, la frase es igual de bonita. Saludos.
Publicar un comentario