Desde que vi Up in the air pienso a menudo en lo que podemos llamar "el dilema Bingham".
La parte de la película en la que introduce la mochila como símil o prolongación de la cotidianeidad es como un latigazo en la conciencia, y para mí una de las secuencias mejor logradas.
Ryan Bingham no es simplemente un ejecutivo que vive de despedir a la gente. Encarna el miedo que todos llevamos dentro a perder el contenido de nuestra particular mochila. Y ahí estamos pillados, porque si fácil es llenarla, cuánto o cómo de difícil es vaciarla para aflojar la carga y aligerar nuestro peso.
La visión de esa película ha sido, en realidad, una carga añadida a mi mochila. Desde entonces pienso en lo que sacaría de su interior para aliviar el peso del mío. Manteniendo la familia más próxima al margen, ¿de qué cosas importantes prescindiría para sentir más liviano mi equipaje vital?
El dilema que plantea Ryan Bingham es un peso inconsciente que muchas personas sobrellevan lo mejor, o peor, que pueden. No nos movemos, deambulamos por la vida.
Creo que Sócrates dio con la solución mucho antes de que Bingham nos erizase la piel con su demoledora alegoría. El problema es que a los viejos ya no se les hace caso. Por eso se utiliza a los Bingham para despedirlos.
5 comentarios:
Ataduras materiales seguro que podemos dejar muchas fuera de la mochila. Bingham planteaba también dejar fuera ataduras emocionales, ¿no? Eso lo veo más complicado. Supongo que depende de lo que uno busque en su vida o de lo que se encuentre, si no busca. Lo que me parece complicado es buscar o encontrar algo que realmente merezca más la pena que contar con algunos humanos más alrededor. Aunque a menudo pesan como una vaca, la verdad. Un saludo.
Estoy (o estamos) de las mochilas hasta...
En las emociones pensaba cuando escribí el post, Pablo. Las emociones hacen que el peso de la mochila parezca mayor y creo que por eso cuesta más desprenderse de las que nos impiden movernos con mayor libertad. Saludos.
La verdad es que la película da para pensar mucho en diferentes temas.
Respecto a las emociones, creo que nadie se libra de enredarse en ellas más pronto o más tarde, por mucho que se entrene con teorías y prácticas diversas.
Somos seres humanos, no máquinas y todos tenemos nuestros puntos flacos.
Tal vez si liberamos la mochila de cosas materiales, podamos aprovechar ese espacio para las emociones. Son más sanas y provechosas (las buenas, claro). Las malas emociones hay que dejarlas siempre fuera de la mochila si no queremos quedar fundidos por el peso.
Me gustó mucho.
biquiños,
Me encantó la película y estoy con Guillermo en que algunas relaciones emocionales no nos dejan movernos con la libertad que nos gustaría. A mí particularmente me pesan más algunas emocionales que las materiales, a las que no le doy mucha importancia.
saludos.
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