"Hay poco interés de los periodistas en informar sobre lo que está pasando porque vienen buscando la noticia que ellos quieren dar".
Esta afirmación, extractada de un reportaje publicado en la web de la Asociación de la Prensa de Madrid, la hizo una portavoz del Movimiento 15-M en la Puerta del Sol. En su opinión, que comparten muchos compañeros suyos, un ejemplo de buena práctica periodística sobre la actividad de los indignados es la cobertura que hace La Sexta, mientras que un ejemplo de lo contrario puede ser Telemadrid: "Cuando viene [Telemadrid], nos ponemos a temblar porque sabemos que a cualquier cosa le van a dar la vuelta", asegura. A esto añade que la cobertura de la prensa extranjera es "mucho mejor".
También en este ámbito ¿me sorprende? la ingenuidad de que hacen gala algunos portavoces de este increíble movimiento, que parecen descubrir ahora que en la prensa, como en todos los órdenes de la vida, hay múltiples sensibilidades que intencionadamente chocan con lo que uno cree defender con honestidad, y para las que la honestidad no es más que una forma de sensiblería reñida con el placentero ejercicio de dar cumplido agradecimiento a estómagos acostumbrados a deglutir bazofia que se sirve masticada.
No creo que haya poco interés en los periodistas por informar, aunque ejemplos haya de sobra, sino que hay mucho interés en amplios sectores de la sociedad -incluidos algunos periodísticos- en ningunear, desprestigiar y enlodar un movimiento que apunta directamente a la línea de flotación de los buques insignia -unos más visibles que otros- causantes de la deriva económica de este subcontinente llamado España.
Es decir, aunque no abiertamente declarada, hay una guerra de intereses en la que los bombazos de cierta artillería mediática se los llevan ingenuos zapadores armados con consignas que suscribiría el mismísimo John Lennon, pero cuyos ecos no llegan al ujier de la Bolsa de Madrid, al portero del Banco Central Europeo ni, mucho menos, al último bróker de Wall Street.
En cuanto a la prensa extranjera, cabría decir lo mismo que podríamos argumentar respecto del tratamiento dispensado por la enrollada prensa española a las víctimas de los devastadores efectos del terremoto de Haití: ¡qué lejos nos quedan!
2 comentarios:
No es ingenuidad, no, es estúpida ignorancia. Así les va...
No dejes que la realidad te estropee una buena noticia.
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