Suicidios, enfermedades, intentos de fuga, hacinamiento, malos tratos, violación sistemática de derechos...
Estos son algunos de los efectos que sufren los inmigrantes en los centros de detención y deportación extendidos por toda Europa. Son más de 300 en los que malviven alrededor de 40.000 personas a las que, en buena ley, les corresponden los mismos derechos que quien esto escribe.
Organizaciones internacionales, la ONU incluida, vienen denunciando desde hace meses la situación de los inmigrantes confinados en estas instalaciones, cuya construcción se inició al amparo de la normativa europea que permite retener hasta 18 meses a los extranjeros sin papeles para después deportarlos. El italiano fue uno de los Estados más rápidos en poner en práctica las medidas coercitivas que permite la directiva, pero no el único en apresurarse a hacerlo tan indignamente como en el país alpino.
Las denuncias no han servido, de momento, para poner fin a una situación que fomenta el malestar, incluso el odio, hacia una Europa sembrada de Guantánamos tan ignominiosos como el todavía activo en territorio cubano. Cabe suponer, entonces, que a la UE no parece preocuparle tanto el estado de los derechos humanos en su jurisdicción como en ámbitos ajenos. Lo peor es que tampoco hay indicios de que vaya a preocuparle.
1 comentario:
Claro que se están tomando medidas. Básicamente, consisten en no hablar mucho del tema y alejarlos de la opinión pública y los incómodos derechos humanos en terceros paises o territorios sin ley.
Pero es que estamos tan ocupados haciendo quinielas de si Obama cierra o no cierra Guantánamo...
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