lunes, 30 de abril de 2007

Voz, rostro y derechos para los anónimos

En realidad, a nadie le preocupan los derechos de los inmigrantes, ni en África ni en Europa.
Tal afirmación no es mía, sino del periodista José Naranjo, autor de Cayucos, un ensayo sobre la inmigración que ha sido finalista del Premio Reportajes (Debate).
Ciertamente, a nadie con poder de decisión parecen importarle demasiado los derechos de los inmigrantes porque de lo contrario no florecerían las mafias que los transportan desde sus países ni los explotarían laboral o sexualmente, como sabemos y saben que ocurre quienes pueden resolverlo.
La vida de esas personas no tiene más valor que el que se cuantifica en versión PIB o en beneficios ajenos, porque de lo contrario se les aplicarían los mismos derechos que tenemos quienes vivimos en el mundo que ellos sueñan para sí y los suyos.
José Naranjo ha puesto voz y rostro a esa comunidad andante de células anónimas a la que cada vez se le ponen más impedimentos para comer y vivir dignamente, como si comer y vivir dignamente no fueran, per se, derechos connaturales.
De la entrevista que Integral hace al periodista canario extraigo estas dos preguntas con sus respuestas, que no precisan comentarios:

- ¿Hay alguna historia que te haya impactado especialmente?
- Hay muchas historias. Por ejemplo la de Fatiha, una joven marroquí que dio a luz a bordo de la patera en su quinto intento por llegar a Canarias. O Yayha, el joven de Malí que se suicidó adentrándose lentamente en el mar de la turística playa de Las Canteras, cansado de dormir al raso en la opulenta Europa sin que nadie le diera una oportunidad. La de Sidi Baabite, el saharaui que conoció a una joven española por el chat y se subió a una patera para conocerla. El primer beso se lo dieron en el centro de internamiento de Barranco Seco. O la de Modou Kebe, que iba en un cayuco a la deriva al sur de Tenerife y tras confeccionar una precaria balsa con chalecos salvavidas se hizo a la mar en busca de ayuda. Todas son historias de superación que nos hablan del ímpetu y las ganas por llegar de tantos y tantos inmigrantes, pero también de lo duro que les resulta casi siempre.
- ¿Qué te han aportado los inmigrantes?
- Muchas cosas. Pero si tengo que destacar alguna sería que he aprendido con ellos otra manera de mirar. Me han enseñado cómo se vive totalmente al día, cómo la vida y la muerte tienen para ellos un significado distinto, la madera de la que están hechas las personas dispuestas a jugárselo todo por un hueco en el paraíso, a apreciar la suerte que tenemos por haber nacido de este lado y el derecho que tienen todos los seres humanos a aspirar a una vida mejor. Por eso me siento afortunado.

[Foto de José Naranjo tomada de larevistaintegral.com]
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Da que pensar
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Dos millones de personas que viven, trabajan y pagan impuestos en España no podrán votar a causa de su procedencia
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos somos extranjeros y podemos aprender mucho de la multiculturalidad.

Guillermo Pardo dijo...

En efecto, Martín, sólo que no todo el mundo es capaz de aprender. Entonces, habrá que enseñarle. Saludos.