domingo, 5 de agosto de 2007

El tiempo, no todo lo envejece

El texto que sigue vio la luz hace veinte siglos, pero bien podría haberse escrito hoy mismo. La motivación y la conclusión son de una actualidad que eriza la piel.

La opinión común
y el acierto

Todos los hombres, hermano Galión, quieren vivir felices; pero al ir a descubrir lo que hace feliz la vida, van a tientas; y no es fácil conseguir la felicidad en la vida, ya que se aleja uno tanto más de ella cuanto más afanosamente la busque, si ha errado el camino; si éste lleva en sentido contrario, la misma velocidad aumenta la distancia. Hay que determinar, pues, primero lo que apetecemos; luego se ha de considerar por dónde podemos avanzar hacia ello más rápidamente, y veremos por el camino, siempre que sea el bueno, cuánto se adelanta cada día y cuánto nos acercamos a aquello a que nos impulsa un deseo natural. Mientras erremos de acá para allá sin seguir otro guía que los rumores y los clamores discordantes que nos llaman hacia distintos lugares, se consumirá entre errores nuestra corta vida, aunque trabajemos día y noche para mejor nuestro espíritu. Hay que decidir, pues, a dónde nos dirijamos y por dónde, no sin ayuda de algún hombre experto que haya explorado el camino por donde avanzamos, ya que aquí la situación no es la misma que en los demás viajes; en éstos hay algún sendero, y los habitantes a quienes se pregunta no permiten extraviarse; pero aquí el camino más frecuentado y más famoso es el que más engaña. Nada importa, pues, más que no seguir, como ovejas, el rebaño de los que nos preceden, yendo así, no a donde hay que ir, sino a donde se va. Y ciertamente nada nos envuelve en mayores males que acomodarnos al rumor, persuadidos de que lo mejor es lo admitido por el asentimiento de muchos, tener por buenos los ejemplos numerosos y no vivir racionalmente, sino por imitación. De ahí esa aglomeración tan grande de personas que se precipitan unas sobre otras. Lo que ocurre en una gran catástrofe colectiva, cuando la gente misma se aplasta, nadie cae sin arrastrar a otro y los primeros son la perdición de los que siguen, puedes verlo suceder en toda vida; nadie yerra sólo por su cuenta, sino que es causa y autor del error ajeno. Es dañoso, pues, apegarse a los que van delante; y como todos prefieren creer a juzgar, nunca se juzga acerca de la vida, siempre se cree, y nos perturba y pierde el error que pasa de mano en mano. Perecemos por el ejemplo de los demás; nos salvaremos si nos separamos de la masa. Pero ahora la gente se enfrenta con la razón, en defensa de su mal. Y así sucedo lo mismo que en los comicios, en los cuales los mismos que han nombrado a los pretores se admiran de que hayan sido nombrados, cuando ha mudado el inconstante favor; aprobamos y condenamos las mismas cosas; éste es el resultado de todo juicio que se falla por el voto de la mayoría.

La opinión común y el acierto, transcrito del tratado Sobre la felicidad, de Lucio Anneo Séneca. Versión y comentarios de Julián Marías. Alianza Editorial. Clásicos de Grecia y Roma.

8 comentarios:

Desesperada dijo...

Es impresionante, Guillermo. Modificando un pelín el lenguaje podría haberse escrito esta mañana. Qué poquito aprendemos los seres humanos!

Guillermo Pardo dijo...

Si no aprendemos no será por lecciones y maestros, buenos maestros. El conocimiento ha avanzado mucho desde Séneca, pero las esencias humanas no parecen haber variado mucho. Biquiños.

Eifonso Lagares dijo...

Destaco esta parte "Y ciertamente nada nos envuelve en mayores males que acomodarnos al rumor, persuadidos de que lo mejor es lo admitido por el asentimiento de muchos, tener por buenos los ejemplos numerosos y no vivir racionalmente, sino por imitación". Me indica que la raza humana está igual que hace 20 siglos. Saludos

Anónimo dijo...

Ná, si veo que los domingos te inspiran. Debe de ser porque no curras. Yo sigo currando hasta las tantas. En cualquier caso, buen texto y excelente foto.

Viguetana dijo...

Pues sí, Guillermo, ahora que estoy leyendo textos de los tan clásicos como Séneca (debido a los estudios de Humanidades que estoy cursando en la UOC), cada dos por tres me tropiezo con textos como éste. Y me parece tan increíble que sigamos siendo así...
Pero bueno, supongo que el quid de la cuestión radica en que cada persona que nace debe aprenderlo todo desde cero. Si lo socialmente aprendido a lo largo de los siglos se quedara impreso en nuestro cerebro para que lo heredaran las generaciones siguientes, no tendríamos que tropezarnos siempre con las mismas piedras.
Excelente entrada.
Bicos

Guillermo Pardo dijo...

En los textos de los clásicos griegos y latinos hay muchos ejemplos que son perfectamente aplicables a nuestra actualidad. En realidad, al hombre siempre le ha preocupado lo mismo, pero no ha sabido cómo hacerle frente porque, circunstancias aparte, no sabe buscar referentes. Por eso, entiendo yo, vamos por la vida como perdidos. Saludos y gracias por vuestra participación.

Fran Invernoz dijo...

Un post magnífico que nos sirve para iluminar el camino, igual que nuestra guía Migramundo. Gracias.

Guillermo Pardo dijo...

Gracias a ti, Martín. Un abrazo.